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Cuando Yo Muera, ¿Qué Me Sucederá?

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¿Hay algo más importante que saber que lo que realmente sucede después de la muerte? Millones de personas creen que tienen una conciencia, un pensamiento, que dentro de ellos tienen un “alma” que ve, oye, siente, que en verdad SON un “alma” que vivirá una vida consciente desde el momento de la muerte. Todos hemos estado funerales -por cierto un triste acontecimiento- en el que que hemos escuchado los sollozos y y el llanto de sus seres queridos que lloran desconsolados su terrible pérdida. Pero ¿PORQUÉ LLORAR ASÍ, si realmente creemos que nuestros seres queridos están “en el cielo”? Por supuesto, la creencia común de millones de personas es que si un ser querido no es “salvado” cuando él o ella muera, lo más probable es que esa persona se queme en una indescriptible agonía, un ardor, y se siga quemando y quemando y quemando, sin que ¡nunca “se queme del todo”!

Lo que está a punto de leer es ASOMBROSO, sin embargo, es la información más RECONFORTANTE que podría desear. Lo crea o no, las expresiones “inmortalidad del alma”, “alma inmortal” o “almas que van al cielo cuando morimos” ¡NO SE ENCUENTRAN en la Biblia! Lo que ESTÁ claramente en la Biblia es la pura VERDAD sobre el estado de los muertos, y sobre una RESURRECCIÓN de los muertos, ¡TANTO para los “justos COMO los injustos”! ¡Lo crea o no, hay tres resurrecciones reveladas en la Biblia! ¡Sorprendente, pero cierto! Asegúrese de leer cuidadosamente y mirar desde el principio y ver por usted mismo cada escritura citada ¡en su propia Biblia!

No hay duda más importante que la pregunta planteada en el en encabezado de arriba. ¡No puede haber una respuesta más importante! La humanidad ha eludido durante siglos SABER lo que sucede al momento de la muerte, y SABER lo que ocurre después. Desde los filósofos antiguos hasta los graduados de hoy de seminarios religiosos, sólo hay confusión.

Millones de personas creen en la “transmigración de las almas”, suponiendo que un “alma” viviente, pasa a algún otro estado. Millones de personas creer en la “reencarnación”, que han tenido una vida anterior, y que pasarán a otra vida en alguna forma diferente. Millones de personas creen en la versión católica o protestante de la “inmortalidad del alma”, que, al el momento de la muerte, va al cielo o al infierno, o, como creen los católicos, al “purgatorio”.

Pero la Biblia enseña ¡la RESURRECCIÓN literal de CUERPO muerto! En ninguna parte, la Biblia le enseña que usted posee un “alma inmortal”.

La Verdad Sobre El Alma

La palabra original Hebrea para nuestra palabra en Inglés “soul” (“alma”) es nephesh. Aparece por primera vez en Génesis 1:21: “Y Dios [Elohim: plural, que significa más de uno] creó grandes ballenas [criaturas del mar], y toda CRIATURA viviente [nephesh = “alma”] que se mueve, que las aguas produjeron en cantidad, según su género…”

La misma palabra Hebrea se usa para describir las formas de vida más primitivas, como las criaturas marinas que habitan el fondo; para describir todo tipo de animales, desde los bueyes a los perros, y para describir muchos aspectos de los seres vivos. Por ejemplo, la palabra idéntica que en cualquier otro lugar se traduce como “alma”, se utiliza en su Biblia cuatro veces para referirse a los animales inferiores pero nunca para referirse al hombre. Observe algunos de los muchos usos diferentes que se encuentran en la Biblia para la palabra hebrea nephesh: “Criatura” (Génesis 1:21, 24; 2:19; 9:10, 12; Levítico 11:46 [dos veces]). “cosa” (Levítico 11:10; Ezequiel 47:9). “vida” (Génesis 1:20, 30). “La vida” (Génesis 9:4, Deuteronomio 12:23, 23). “bestia” (Levítico 24:18 [tres veces]), y se utiliza docenas de veces en otros lugares para connotar animales de todo tipo, y es traducida como “aliento” en Job 41:21.

Esta elemental palabra Hebrea se encuentra en muchos lugares en la Biblia, por ejemplo en Números 15:27-30, que dice: “Y si una persona pecare por ignorancia, ofrecerá una cabra de un año para el sacrificio por el pecado.

“Y el sacerdote hará una expiación por el alma que pecare por ignorancia, cuando pecare por ignorancia delante del Señor, para hacer expiación por él, y le será perdonado.

“Tendréis una sola ley para el que peca por ignorancia, tanto para él que nace entre los hijos de Israel, como para el extranjero que mora entre ellos.

“Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así sea natural de la tierra, o extranjero, ultraja al Señor; y la susodicha persona será eliminada de entre su pueblo. “Obviamente, aquí no hay la más remota implicación que la palabra nephesh, que se traduce como “soul” (“alma” en Español) en el idioma Inglés, no queriendo significar nada más que una persona, o un individuo. La frase sería más comprensible si se hubiera leído”…el sacerdote hará expiación por la persona que peca por ignorancia…”

La misma palabra Hebrea, Nephesh, se traduce como “persona” (Génesis 14:21; 36:6; Éxodo 16:6; Lev 27:2; Números 31:40, Deuteronomio 10:22, Jeremías 43:6; 52.: 29, 30, y Ezequiel 16:05, y 27:13.

Nephesh se traduce como “personas” (Números 31:35), “ninguna” (que significa nadie, cualquier persona), (Deuteronomio 24:7), “el hombre” (2 Reyes 12:4), “los hombres” (1 Crónicas 5: 21), y “él” (Salmos 105:18).

Por lo tanto, la MISMA palabra en Hebreo que es traducida como “alma” en el Antiguo Testamento, se utiliza de muchas, muchas maneras diferentes para connotar la VIDA humana o de los animales, la vida que está sostenida por el alimento, el aire y el agua, la vida que puede cesar, que puede perecer, morir, ser destruida. Nephesh se traduce como “hombre, cualquier, ninguna, ustedes mismos, persona, ellos mismos, él, el mismo, ella, y ella misma.

NUNCA es la palabra “inmortal” anexada a Nephesh, o a la palabra traducida al Inglés como “soul” (“alma”) en Español.

Durante más de 42 años, he ofrecido un cheque de caja certificado a cualquiera que pueda encontrar las siguientes frases u oraciones en la Biblia del Rey Santiago: “alma inmortal”, “inmortalidad del alma”, “yo tengo un alma inmortal”, “usted tiene un alma inmortal”, “nuestras almas irán al cielo cuando muramos”, o “te veré en el cielo”. Nadie ha recogido en ninguna ocasión el cheque, por haber encontrado dichas frases en la Biblia. Pero la Biblia SÍ dice que ¡”las almas” MUEREN! ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cómo puede ser eso? Simplemente porque la palabra “alma”, como está ampliamente demostrado anteriormente, no significa otra cosa más que ¡la vida física, la vida de los animales o los hombres!

La Biblia dice: “He aquí que todas las almas [vidas, seres; personas] son mías; así como es mía el alma del padre, ¡así es mía el alma del hijo! El alma que pecare, ESA MORIRÁ” (Ezequiel 18:4). La misma frase se repite en el versículo 20: “El alma que pecare, esa morirá: el hijo no llevará el pecado del padre, ni el padre llevará el pecado del hijo. La justicia del justo será sobre él y la impiedad del impío será sobre él”.

¡Obviamente, la idea central de este capítulo es que Dios requerirá de cada INDIVIDUO que rinda cuenta, para que nadie vaya a cargar con el pecado del otro, o vaya a estar bajo la justicia de otro, para que cada persona deba dar cuenta de sí mismo! La cuestión es que ¡la Biblia dice que las ALMAS MUEREN! La palabra “alma” no tiene ABSOLUTAMENTE ¡NINGUNA RELACIÓN cualquier cosa inmortal o inmaterial!

Ahora, vamos a ver la VERDAD acerca de las resurrecciones profetizadas en la palabra de Dios.

Toda su vida, usted ha escuchado el dicho: “No se la puede llevar con usted.” Obviamente, como reza este viejo refrán, dejamos todo lo que pensábamos que era importante, a nuestros seres queridos, casa, auto, dinero y joyas, incluso colecciones del tipo bric-a-brac, o pinturas.

Pero, lo crea o no, a pesar de que finalmente volvemos a la tierra de la que venimos, podemos llevar con nosotros nuestros bienes ¡más preciados! En este alentador e inspirador folleto, encontrará respuestas a preguntas desconcertantes: “¿Qué pasa si mi cónyuge no se salvó cuando murió?” “¿Qué pasa con mi padre, que, aunque no era un hombre de ir a la iglesia, era un buen hombre, honesto y además un buen marido?” “¿Qué pasa con nuestra niña, que sólo tenía dos años cuando murió?” “¿Qué pasa con nuestro hijo, que murió en Vietnam? Él no era religioso, pero era un buen chico. ¿Está en el infierno? ¿Qué pasó con él cuando murió?”

Dicen que “no hay nada más seguro que la muerte y los impuestos”. Todos hemos oído hablar de eso. Pero, puesto que la Biblia habla claramente acerca de una resurrección del cuerpo de la tumba, ¿nos llevamos a la tumba algo más, además de nuestro mejor vestido o traje? ¿No nos trae nada nuevo la resurrección? ¿Reconoceremos a nuestros seres queridos? Si es así, ¿tendremos nuestros recuerdos intactos? Y ¿qué pasa con los malos recuerdos? ¿Qué pasa con el carácter, la integridad, y el conocimiento?

Cuando Job aprendió de las tragedias que habían destruido su familia, sus rebaños, y su casa, dijo: “Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá donde el Eterno dio, y el Eterno quitó; bendito sea el nombre del Eterno” (Job 1:21).

Al igual que las familias de las que oímos en las noticias que han perdido todo en huracanes, incendios, inundaciones, deslizamiento de tierra, o un tornado, Job fue devastado. Sus hijos estaban muertos. Su ganado había muerto. Su casa fue destruida.

Frente a esta monumental tragedia, sólo pudo contemplar el sombrío hecho de que todas las cosas físicas y materiales se quedan atrás cuando morimos. No le quedaba nada. Pero entonces, no podía llevarlas con él cuando fuera su turno de ser enterrado.

Todos hemos oído hablar de eso. Todos hemos dicho que en un momento u otro. “No se las puede llevar con usted.”

Salomón sabía que simplemente era un error acumular bienes materiales, acaparar dinero. Él dijo: “Hay un mal doloroso que he visto debajo del sol, a saber: las riquezas guardadas por los mismos dueños para su mal, las cuales se pierden en malos negocios, y él, engendra un hijo, y no tiene nada en la mano para mantenerlo. Como salió del vientre de su madre, desnudo, así vuelve, yéndose tal como vino; y nada tiene de su trabajo, que se pueda llevar en la mano. Y esto también es un gran mal, que en todos los puntos como vino, así ha de volver y qué provecho tiene el que trabajar al viento” (Eclesiastés 5:13-16).

La palabra viento en el libro de Eclesiastés es casi siempre traducida como “vanidad”. Es un libro sobre la vanidad; acerca de agendas inútiles, vacías; sobre falsas esperanzas, metas equivocadas, y una “búsqueda del espíritu”. Salomón también sabía que a la tumba no nos llevamos nada material con nosotros.

Antiguamente, los reyes y faraones paganos estaban dispuestos a creer en estas filosofías bíblicas. Ellos no sólo pensaban que podían llevarse todo con ellos a la otra vida, sino que luchaban toda su vida, haciendo la vida insoportable para miles de personas alrededor de ellos, para amasar una fortuna gigantesca para acompañarlos en la muerte, y, presumiblemente, comodidades en su vida esperada más allá de la tumba.

Los grandes monumentos de la tierra son un mudo testimonio de la tentativa de los gobernantes de Egipto de “llevarlo con ellos” cuando murieran. Las pirámides son tumbas. Con entradas cuidadosamente ocultas, y con laberínticos pasajes, y con los mitos, mentiras y maldiciones, con los cuales los faraones esperaban frustrar a los aspirantes a ladrones de tumbas.

Por supuesto, no pudieron.

Hoy, al igual que la pantalla muestra los tesoros de oro del rey Tutankamón, su antigua riqueza terminó en museos nacionales o se vendió por partes y piezas en el mercado negro. Sus cuerpos momificados son expuestas en público, al igual que su fabulosa riqueza.

En la antigua China, a veces, los gobernantes eran enterrados en enormes criptas, acompañados junto a ellos, con decenas de guerreros tallados en madera en caballos de madera, con oro, plata, joyas, sedas, brazos y exquisitas obras de arte. A veces, los fieles servidores, esposas y guardaespaldas fueron obligados ya sea a cometer suicidio o fueron condenados a muerte para acompañar a su gobernante en el mundo subterrenal. No sólo pensaban que con ellos podrían tener riqueza material, ellos pensaban que podían llevar a sus amigos, guardias y familiares.

Pero la gente en el mundo Cristiano profesante moderno está más avanzada, por lo que son enterrados con su mejor (o favoritos) traje o vestido. Sin billetera. No hay dinero, no hay posesiones personales. Para muchos, es la única ocasión de viajar en una limusina, y de hecho una ocasión muy rara para llevar el mejor traje y corbata.

Todo Ser Humano Muere, Pero será Resucitado

La Biblia insiste en que está llegando el momento en que Dios va a resucitar a los muertos. Cuando los muertos sean resucitados, ¿qué van a ser? ¿Van a aparecer como lo hicieron en vida?

Dios dice que Él resucitará a todos los muertos, sin importar a qué categoría espiritual puedan haber pertenecido.

La Biblia dice: “Y así como está establecido para los hombres que mueran una vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27). Como Dios le dijo a Adán: “Polvo eres, y al polvo [del suelo, los elementos de este mundo físico, el suelo, de donde vinimos] volverás” (Génesis 3:19). Dios había advertido a Adán que el día que se rebeló contra el mandamiento de Dios, seguramente incurriría en el castigo por el pecado, que es la muerte.

Observe: “Porque la paga por el pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 6:23)

Aquí hay dos opuestos. La muerte y la vida eterna. El hombre no tiene vida eterna inherente. Somos mortales, física y temporalmente. Dios dice: “Porque los que viven saben que han de morir: mas los muertos nada saben, ni tienen más paga; porque la memoria de ellos [su memoria, su conciencia] se olvida” (Eclesiastés 9:5).

Lo contrario de muerte es vida eterna.

La Biblia dice que la vida eterna está disponible sólo “a través de Jesucristo, nuestro Señor.” No tenemos la llamada “alma inmortal” que habita en nosotros desde la concepción o nacimiento.

La vida eterna sólo es posible por el proceso de la salvación espiritual, a través del arrepentimiento Del pecado, el bautismo y la recepción del Espíritu Santo de Dios, que nos engendra como Sus hijos, llamados “nuevas criaturas en Cristo”.

No tenemos vida eterna en virtud del nacimiento humano. No somos inmortales. Pablo escribió: “Tú guarda el mandamiento sin mácula ni reprensión, hasta la aparición de nuestro Señor Jesucristo … el único que tiene inmortalidad, que habita en la luz a la que ningún hombre puede acercarse” (1 Timoteo 6:14-16).

Sin embargo, toda su vida, le han enseñado el mito de que el hombre tiene un alma inmortal desde el nacimiento. Se le ha enseñado que los no salvados, inmediatamente van a un “infierno de fuego siempre ardiente”, a chillar, gritar y retorcerse en una inimaginable agonía de fuego, días tras día, mes tras mes, año tras año, miles cursos de vidas ¡sin nunca tener un respiro!

Todo esto, como dice el mito, es, simplemente por haber nacido en China o India o Bangladesh, o Pakistán, y ¡nunca oyeron el nombre de Jesucristo!

¿Es cierto esto? ¿Será cierto que Dios tortura durante incontables miles de millones de años a los seres humanos que nunca han tenido la oportunidad de ser salvados?

No, un Dios un Dios bondadoso no tortura a seres humanos que nunca han tenido alguna oportunidad de salvación. Los miles de millones de personas que han vivido y muerto sin haber oído el nombre de Jesucristo no están gritando en el infierno. Dios es amor, no odio. Él es misericordioso, no vengativo. Él desea salvar, no destruir.

Así que recuerde, cada ser humano que haya vivido, y que haya muerto o esté por morir, será RESUCITADO en algún momento en el tiempo. La primera muerte que se produce en todos los seres humanos es “natural”, debida al proceso de envejecimiento humano, por la corta extensión del ciclo de vida humana. Esa primera muerte, sin importar cómo llegue, ya sea en un asesinato, o un trágico accidente, o en paz, bajo sedación a los 90 años, no es “la paga por el pecado.”

Ahora, sigamos entendiendo. Lo crea o no, su Biblia muestra que finalmente habrá ¡tres resurrecciones diferentes!

La Primera Resurreción

Cristo dijo: “De cierto, de cierto os digo, que la hora viene, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán. Porque así como el Padre tiene vida en sí mismo; así también ha dado al Hijo el tener vida en sí mismo, y le ha dado autoridad de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del Hombre no os maravilléis de esto; porque vendrá hora, en el que todos los que están en sepulcros oirán su voz y saldrán, los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; mas los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación [del Griego, “juicio”] “(Juan 5:25-29).

Aquí, Jesús habla de dos categorías de personas: los que hicieron lo bueno, y los que hayan hecho el mal. Dos resurrecciones diferentes, para diferentes propósitos. Una, una resurrección “de la vida”, y la otra, una resurrección “del juicio.”

El Nuevo Testamento habla muy detalladamente sobre la resurrección de la vida. Observe cómo Pablo lo expresa: “Si en esta vida solamente esperamos en Cristo, somos los hombres más miserables. Pero ahora Cristo ha resucitado de entre los muertos, se ha convertido en los primeros frutos de aquellos que durmieron” (1 Corintios 15:19, 20).

La base fundamental de la fe Cristiana es el hecho de la resurrección de Cristo.

En una primera instancia, los discípulos fueron testigos involuntarios. Al principio, ellos no creían que Jesús hubiera realmente resucitado, que ¡Él estaba vivo otra vez! Sólo después de muchos sucesos milagrosos, materializándose ante ellos en una habitación cerrada, apareciéndose a lo largo de una carretera solitaria, apareciéndose a orillas del Mar de Galilea, obligando a Tomás a poner su mano en el clavo y en las heridas de lanza, hicieron que finalmente se convencieran que “había resucitado”.

El hecho de la resurrección de Cristo fue la pieza central fundamental del testimonio de los discípulos. ¿Y porqué no?, ¡Fue el acontecimiento más alucinante, formidable y asombroso de sus vidas!

Pedro dijo: “Hombres y hermanos, permitidme que les hable libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Por lo tanto, siendo profeta y sabiendo que Dios le había jurado con un juramento que del fruto de su lomo, en cuanto a la carne, él levantaría a Cristo para sentarle sobre Su trono; viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma [del Griego: psuche que significa “vida”] no fue dejada en el infierno [del Griego: hades que significa “tumba”], ni su carne vio corrupción.

Dios resucitó a este Jesús, del que todos nosotros somos testigos. Así que, levantado por la diestra de Dios, exaltado, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís.

“Porque David no subió a los cielos, pero él mismo dice: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies. Por lo tanto dejad que toda la casa de Israel sepa con seguridad que Dios ha hecho a este mismo Jesús, Señor y Cristo, a quien vosotros crucificasteis” (Hechos 2:29-36).

Los apóstoles de Cristo no habían estudiado, o “probado” fuera de un conjunto de “textos probatorios” que Cristo estaba vivo. Ellos Lo habían visto. Ellos no sólo “creían”, ellos SABÍAN. Hay una diferencia.

Porque sabían, ellos predicaron poderosamente sobre la resurrección.

Cuando estaban siendo examinados por los gobernantes, los ancianos y los escribas, a causa de una curación asombrosa de un mendigo lisiado muy conocido, en una de las puertas de la ciudad, Pedro tomó la palabra: “Gobernantes del pueblo, y ancianos de Israel, si que hoy sois demandados del beneficio hecho a un hombre enfermo, de qué manera éste ha sido sanado: Sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de entre los muertos, por Él, este hombre está parado sano en vuestra presencia. Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. Y en ningún otro hay salvación: porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en quien nosotros debamos salvarnos” (Hechos 4:8-12).

La salvación se alcanza sólo a través de Jesucristo de Nazaret, y sólo a través del arrepentimiento (Hechos 2:38), el bautismo (Romanos 6) y la recepción del Espíritu Santo (Hechos 5:32, 1 Corintios 12:13). Entonces, cuando una persona que está salvada se muere, espera la primera resurrección de entre los muertos, que tendrá lugar en el momento del regreso de Cristo.

Observe que Jesús sólo habló de dos categorías de personas, aquellas que iban a ser salvadas, y las que todavía no habían sido juzgadas, que fueron no-salvadas. Pero el mismo Cristo y las Escrituras hablan de otra categoría de personas, aquellas que han tenido una oportunidad de salvación, y la han rechazado conscientemente. Se les llama los “malvados incorregibles”, y están caracterizados por el hombre rico de Lucas 16, en la parábola de Lázaro y el hombre rico.

Observe las claras aseveraciones de Pablo acerca de la primera resurrección: “Porque así como en Adán todos mueren, también en Cristo todos serán vivificados Pero cada uno a su debido tiempo [hay una secuencia de eventos, un orden cronológico de los acontecimientos relativos a las resurrecciones]: Cristo de las primicias; después, aquellos que son de Cristo en Su venida“(1 Corintios 15:22, 23).

Se dan muchos detalles en relación a esta primera gran resurrección de los “muertos en Cristo”. Jesús dijo: “Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, se oscurecerá, el sol, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas [meteoritos] caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas Y entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo. Y entonces todas las tribus de la tierra llorarán, y verán al Hijo del hombre viniendo sobre las nubes del cielo con poder y gran gloria y enviará sus ángeles con gran voz de trompeta, y juntarán a sus escogidos de los cuatro vientos [estos son los seres humanos vivos, los cristianos que se dedican a llevar a cabo la obra de Dios en esta tierra], desde un extremo al otro del cielo” (Mateo 24:29-31).

Observe la escritura que lo corrobora: “Porque yo tampoco querría que que ignoréis, hermanos, acerca de los que duermen [los muertos], para que no os entristezcáis como los demás que no tienen esperanza. Porque si creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios traerá con Él a los que durmieron en Jesús. Por lo cual os decimos esto por la palabra del Señor: que nosotros los que estemos vivos y que permanezcamos [los “elegidos” que serán reunidos por sus ángeles de todas partes del mundo] hasta la venida del Señor, no precederemos a los que durmieron. Pues el Señor mismo descenderá del cielo con voz de mando, con voz de arcángel y con la trompeta de Dios, y los muertos en Cristo se levantarán primero. Entonces nosotros, los que estemos vivos y que permanezcamos, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes al encuentro del Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor.” (1 Tesalonicenses 4:13-17).

Él viene “con las nubes”, y los muertos en Cristo llegan a Su encuentro “en el aire”. Fíjese en cualquier enciclopedia que es el aire. Va encontrar que es el manto material de sustancias gaseosas, como el hidrógeno, el nitrógeno, el oxígeno, el ozono, y muchos otros gases que componen la atmósfera de nuestra tierra.

A modo de comparación, si usted tiene un pequeño globo terráqueo de escritorio, el acabado de laca transparente del globo es más grueso que el manto real del aire que rodea nuestro mundo.

Jesús regresará a esta tierra.

Los santos vivientes no son llevados al cielo en Su venida, tampoco los “muertos en Cristo”. Él viene otra vez, sin esperar en el cielo la llegada de las almas o de los santos.

Observe: “He aquí viene el Día del Señor… yo reuniré a todas las naciones para combatir contra Jerusalén… Entonces el Señor saldrá, y peleará con aquellas naciones [véase Apocalipsis 19:11-21], como cuando luchó en el día de la batalla: Y Sus pies se afirmarán EN AQUEL DÍA sobre el Monte de los Olivos, que está en frente de Jerusalén al oriente… Y el Señor será rey sobre toda la tierra: en ese día habrá un solo Señor, y Su nombre uno” (Zacarías 14:1-9).

Jesucristo va a regresar a esta tierra a gobernar con vara de hierro (Isaías 2:2-4, Isaías 11:4-16, Apocalipsis 2:26, 3:21; Miqueas 4). Cuando sus discípulos asustados le vieron partir de esta tierra, ya que, literalmente, estaba siendo tomando en el aire, y desapareció en las nubes de arriba, el primerísimo mensaje que ha dado a esta tierra después que Jesús fue al cielo fue: “Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, VENDRÁ DE LA MISMA MANERA, TAL COMO LE HABÉIS VISTO IR al cielo.” (Hechos 1:11).

Él viene con nubes, en la atmósfera inferior de la Tierra, y continuará su descenso hasta que se pare sobre el Monte de los Olivos. No sólo son resucitados los “muertos en Cristo” al momento del regreso de Cristo, sino también los santos vivientes son cambiados milagrosamente.

Observe como lo dice Pablo en el famoso “capítulo de la resurrección” de la Biblia: “He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos [moriremos] pero todos seremos transformados. En un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final [en el momento exacto del regreso de Cristo], porque sonará la trompeta, y los muertos resucitarán incorruptibles, y nosotros seremos transformados.” (1 Corintios 15:50-52).

Así que en el momento en que Jesucristo llegue a esta tierra como Rey de reyes y Señor de señores, los “muertos en Cristo” son resucitados, arrebatados en las nubes, y son transportados por los ángeles de Cristo para cumplir con el regreso de Cristo en el aire.

En ese mismo momento, los santos que viven, en los cuales mora el Espíritu de Dios serán cambiados de mortales a inmortales, de carne a espíritu; de humanos a divinos, y de igual manera serán arrebatados en el aire para recibir a Cristo descendiendo sobre el Monte de los Olivos.

Sus pies se posarán en ese mismo día en el Monte de los Olivos, ¡a pocos pasos de Jerusalén! Junto a él, todos los grandes hombres y mujeres de la Biblia, de Set a Noé; de Moisés a Elías; de Juan el Bautista a Pablo. También están con él millones de personas que usted y yo nunca hemos conocido, gente que vivió su vida cristiana en los valles de Europa durante la Edad Media, personas que fueron perseguidas, tal vez llevadas a la muerte, por su fe en Cristo.

Tal es la descripción Bíblica de la primera gran resurrección. Ahora, sabemos quién es resucitado cuando Cristo regrese. Sabemos que los santos vivientes serán cambiados en un abrir y cerrar de ojos , y que no van a preceder a los muertos en Cristo, sino que todos serán arrebatados al mismo tiempo, el tiempo de la voz del arcángel, la trompeta de Dios, y la Segunda Venida de Cristo.

Pero ¿qué pasa con la segunda resurrección de la cual habló Cristo? ¿Qué pasa con aquellos que nunca han tenido una oportunidad de salvación, que nunca han escuchado el evangelio, que nunca tuvieron la oportunidad de creerlo o rechazarlo?

Después de todo, la gran mayoría de la población mundial pertenece a esta categoría. Cristo dijo que vendría una resurrección de “juicio”.

La Segunda Gran Resurrección

Jesucristo bien pudo haber dicho una palabra en el idioma Arameo que se habría traducido, “los que hicieron lo malo, a la resurrección de juicio.” En Juan 5:29, la palabra es krisis en Griego, y significa “una decisión a favor o en contra, un tribunal, la justicia, la acusación, la condena, la condenación, el juicio.”

Su declaración podría haber incluido ambas, la “segunda resurrección” para el juicio y la tercera resurrección para la destrucción, de la cual usted va a leer un poco más abajo, pero en primer lugar veremos la segunda resurrección, que será la más grande resurrección de los muertos en toda la historia, una resurrección con el propósito de “juicio”.

¿Qué es el juicio?

En primer lugar, recuerde que un juicio ¡no es una sentencia! En un juicio, está la fase probatoria, o la fase de “enjuiciamiento”, y luego, si una persona es declarada culpable, viene la “condena”. Muchas personas confunden las dos.

Millones de personas han supuesto durante toda su vida, que en el día del “juicio”, es como si Dios, sentado en un gran trono, hubiera reunido delante de él a innumerables millones de personas. A medida que cada persona, aprensiva, temerosa se acerca a su trono, los ángeles están hojeando “libros”, los que supuestamente contienen un terrible historial de cada cosa sucia, podrida, vergonzosa que ha hecho la persona que está allí temblorosa. Allí está un registro escrito, demostrando lo que ha sido esa persona, o un pecador terrible o en algunos casos, un buen cristiano. A menudo, porqué no, ya que este mito ha sido favorecido, Dios golpea su escritorio con un martillo, y un enorme agujero se abre debajo de los pies del desdichado que acaba de tener expuesta toda su ropa sucia delante de Dios y de Cristo, de millones de ángeles, y de los millones de personas esperando su turno.

Con un grito terrible, el pecador convicto ¡se precipita al infierno! Entonces, tal vez, a la próxima persona se le dice: ¡”A ti te toca ir al cielo”!

¿Cuántas historias hay sobre “San Pedro y las puertas del cielo”? Con un resonante “zas! él se va “Pero ¿por qué ir al “cielo”, cuando al parecer, Dios está allí antes que él? Obviamente, los que inventaron esta escena mitológica olvidaron algunos detalles importantes.

Pero todo esto es puro mito, superstición, mezclados con un poco de ideas falsas.

El juicio del que habla la Biblia se lleva a cabo durante toda la vida, no en unos pocos segundos.

Se nos dice que, usted y yo estamos bajo juicio en este preciso momento. Cada día somos juzgados por nuestros pensamientos más íntimos, nuestras acciones y nuestras palabras.

¿Cómo hemos de ser juzgados?

Pedro escribió: “Porque es tiempo que comience el juicio de la casa de Dios [la iglesia que edificó Jesús]: y si primero comienza por nosotros, ¿cuál será el final de aquellos que no obedecen al evangelio de Dios? Y si el justo se salva con dificultad, ¿qué será del impío y el pecador?” (1 Pedro 4:17, 18).

Somos juzgados por las palabras de la revelación de Dios a la humanidad, la Biblia. La palabra Biblia viene del Griego biblios. Significa “los libros.” Así por sí sola, la palabra Biblia no denota nada santo o sagrado. Sólo cuando decimos “Santa Biblia” nos estamos refiriendo realmente a las Sagradas Escrituras. La Palabra de Dios es como una espada afilada, de doble filo, que discierne incluso la intención y el pensamiento más íntimo del corazón humano (Hebreos 4:12). Es la Palabra de Dios la que nos juzga.

La palabra juicio se utiliza muchas veces en la Palabra de Dios para connotar “justicia” y “equidad”, así como “discernimiento” entre el bien y el mal. Observe algunos ejemplos: “Tú pues, conviértete a tu Dios: guarda misericordia y juicio, y en tu Dios confía siempre” (Oseas 12:6).

El término se utiliza en ambos sentidos: positivamente, como en discernimiento y equidad, y negativamente, cuando los hombres pervierten el juicio. Amos escribió: “Buscad al Eterno, y viviréis; no sea que acometa como fuego a la casa de José y la consuma y no haya quien lo apague en Betel. Vosotros que convertís el juicio en ajenjo [una cosa amarga] y dejáis fuera la justicia, en la tierra … porque yo sé de vuestras muchas rebeliones y vuestros grandes pecados: ellos afligen al justo, y reciben soborno, y dejan de lado a los pobres a las puertas de su derechos … buscad el bien, y no el mal, para que viváis y así el Eterno, el Dios de los ejércitos, estará con vosotros, como habéis dicho. Odiad el mal, y amad el bien, y poned juicio en la puerta [entre los ancianos, los funcionarios, los tribunales]: Puede ser que el Eterno Dios tenga piedad de lo que queda de José” (Amos 6-15; extractos).

Ahora, ¿cuando ocurrirá esta gran resurrección, la más grande de toda la historia, la resurrección para el juicio o discernimiento?

Observe cómo Juan describió la primera gloriosa resurrección, y luego inmediatamente describió la segunda gran resurrección general:

“Pero el RESTO DE LOS MUERTOS no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años…” (Apocalipsis 20:5). Como hemos visto en muchos, muchísimos pasajes de las Escrituras, la primera resurrección tiene lugar en el preciso instante de la Segunda Venida de Cristo. En ese acontecimiento, los santos vivientes son cambiados en un “instante, en un abrir y cerrar de ojos”, y arrebatados juntamente con los “muertos en Cristo” que son resucitados para reunirse con Cristo que desciende en el aire.

En ese mismo día, todos ellos descienden hacia el Monte de los Olivos. Jesucristo establecerá su reino y gobernará este mundo con vara de hierro durante mil años. Lea Apocalipsis 5:10; 2:26, y 3:21.

Pero el “resto de los muertos”, incluyendo a todos los miles de millones de seres humanos que nunca oyeron mucho sobre el nombre de Jesucristo, “no volvieron a vivir hasta que los mil años hubieron terminado.”

Como hemos leído, pasa al final del reinado milenario de Cristo y de los santos (que han nacido en la Familia de Dios en la primera resurrección) cuando el ” resto de los muertos ” están por venir de sus tumbas.

Estos son los que no son salvos, los incontables cientos de millones y miles de millones de seres humanos que vivieron en lugares como Irkutsk, Afganistán, Nigeria, Ruanda, India, China, Japón, que vivieron antes del Diluvio de Noé hasta el momento de la batalla de Armagedón. Son los hunos, los magiares, los celtas, los mayas, los aztecas, los incas, y los toltecas. Son las antiguas tribus de África, y los vikingos de Noruega e Islandia.

Observe el cuadro bíblico: “Y vi un gran trono blanco y a Él, que estaba sentado sobre él, de cuya presencia la tierra y el cielo huyeron, y no fue hallado lugar para ellos Y vi a los muertos, grandes y pequeños [las masas, los campesinos y agricultores, junto con los ricos, los reyes y los emperadores] delante de Dios: y los libros [del griego: biblios] fueron abiertos, y otro libro fue abierto, que es el libro de la vida: y fueron juzgados los muertos [¡recuerde, ser “juzgado” no es estar condenado!] por las cosas que estaban escritas en los libros [del Griego: biblios] , según sus obras” (Apocalipsis 20:11, 12).

Su Dios es consistente. Él dice que no cambia (Malaquías 3:6). La Biblia dice: “Jesucristo, el mismo ayer, y hoy, y por los siglos” (Hebreos 13:8).

¿Cómo está juzgando Dios hoy a su propio pueblo?

Él lo está juzgando de acuerdo a la Biblia, que simplemente significa “libros”. Se trata de los “libros” de escritura divina, las Sagradas Escrituras, que nos juzgan. Dios nos dice que estamos siendo juzgados todos los días desde ¡las páginas de su Santa Palabra!

Dios no va a juzgar de manera diferente, después del Milenio. Él no cambia. Él es el mismo.

Estos incontables millones de personas no salvados, muchas veces salvajes e ignorantes, que estaban en el estado más primitivo, más oscurecido de la idolatría inspirada por Satanás, van a aprender acerca de Dios, van a aprender de la misma manera que está aprendiendo usted, escuchando acerca Palabra de Dios, leyendo, estudiando y enseñando ¡la Palabra de Dios!

Millones de ellos vivieron durante un tiempo en se llevaban a cabo ¡sacrificios humanos a los dioses paganos! Ellos van a ser reeducados, llevados a un conocimiento perfecto de Dios y de su propósito para la humanidad. Tendrán suficiente tiempo para aprender acerca de Dios y su forma de vida.

Observe: “Porque he aquí que yo crearé nuevos cielos y una nueva tierra; y de la primera no habrá memoria, ni vendrá más a la mente Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado. Porque he aquí que yo traigo a Jerusalén alegría, y a su pueblo gozo” (Isaías 65:17, 18).

Claramente, esta escritura nos dice que los recuerdos del viejo mundo, el mundo enfermo de pecado, dominado por el crimen, infestado de enfermedades, desgarrado por la Guerra, en el que usted y yo vivimos hoy, “no será recordado, ni vendrá a la mente.” Si esto es literal, y no solamente una metáfora, indica que Dios borrará los malos recuerdos.

Aunque las escrituras siguientes se refieren a un período de tiempo llamado “Juicio del Gran Trono Blanco”, ellas nos dan una pauta del estándar que Dios va a usar en relación con la vida de los seres humanos en el Milenio, la cantidad de tiempo disponible para que la gente aprenda y practique el modo de vida de Dios.

“Allí no habrá más niños de días, porque los niños morirán de cien años, y el pecador, durante cien años será maldecido” (Isaías 65:20).

Más información sobre este periodo de cien años, la veremos más adelante. Por ahora, observe que Dios ha decretado que después de cien años, si una persona sigue siendo impenitente, sigue quebrantando las leyes de Dios, sigue siendo terca y dura de corazón, y vive en el pecado, será “maldita”, que significa condenada. ¡Esta si ES verdaderamente una “sentencia”!

Dicha persona es juzgada desde la Palabra de Dios durante toda una vida de cien años. Si él o ella, siguen negándose a obedecer a Dios, a arrepentirse y ser salvados, al final de este período, se dictará una sentencia. La sentencia es la muerte (Romanos 6:23).

Léalo: “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen el mal serán estopa; aquel día que vendrá, los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, que no les dejará ni raíz ni rama “(Malaquías 4:1).

Jesús dijo al explicar a sus discípulos la parábola del trigo y la cizaña: “El campo es el mundo [Observe, ¡no es la iglesia!]: La buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña [una mala hierba, a veces llamada “truco del trigo”] son los hijos del maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles. De manera que así como se arranca la cizaña y se quema en el fuego, así será en el fin de este mundo. El Hijo del hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que cometen iniquidad, y los echará en el horno de fuego: allí serán el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre: el que tiene oídos para oír, que oiga” (Mateo 13:38-43).

Cristo habló del fuego del Gehena. El término proviene de un valle en las afueras de la ciudad vieja de Jerusalén, que antiguamente servía como un vertedero de la ciudad. Originalmente propiedad de la familia de “Hinnom”, o “Gehena”, como creen algunos estudiosos, este estrecho valle era un lugar de “fuegos perpetuos.” Hoy en día, este tipo de prácticas son extremadamente raras en los países modernos, desarrollados. Es intolerable el hedor de la basura y deshechos similares, ardiendo constantemente.

Sin embargo, hace más de dos mil años, sólo estos incendios quemaban continuamente en los montones de desechos, la basura y el material desechado en el valle de Hinnom. Algunos han propuesto que en el caso de los criminales convictos que habían cometido grandes crímenes y habían sido juzgados indignos de un entierro decente, después de haber sido condenados a muerte por dilapidación, sus cuerpos maltrechos podrían ser arrojados a los fuegos perpetuos de Hinnom.

Jesús usó este lugar nocivo como un arquetipo, o ejemplo, del temido “fuego Gehena”, que destruirá la malvados incorregibles. Lea Mateo 13:49, 50.

Jesús usó dos palabras diferentes que se traducen como “infierno” en el idioma Inglés (hell). La palabra más común es hades en Griego, y esta palabra no tiene nada que ver en absoluto con los incendios, o el calor, o la quema. Simplemente significa “la tumba”.

Aquí está la prueba. Observe lo que Jesús dijo acerca de Capernaum, que había rechazado altivamente Sus enseñanzas; “Y tú, Capernaum, que eres levantado hasta el cielo, serás abatido al infierno [en Griego: hades]: Porque si los milagros que han sido hechos en ti, se hubieran hecho en Sodoma, ésta hubiera permanecido hasta hoy. Pero os digo, que el castigo será más tolerable para la tierra de Sodoma en el día del juicio, que para ti” (Mateo 11:23, 24).

En pocas palabras, la palabra infierno (hell en inglés) proviene de un antiguo nombre nórdico de un falso dios pagano, que deriva de sus supersticiones sobre el “mundo subterráneo de los muertos.” Era hel, o behelian. Aun hasta la década de 1930 muchos agricultores estadounidenses todavía hablaban de la colocación de sus papas en el “hell” después de la cosecha. “Hell” simplemente significaba un agujero oscuro en el suelo. Es la palabra errónea utilizada para la palabra griega hades que se debería haber traducido siempre como “la tumba”.

Pero Jesús también habló de un verdadero “infierno de fuego”, que Él llama ¡”Gehena”!

Observe: “Y si tu ojo derecho tuviere ocasión de caer, échalo de ti: porque es mejor para ti que uno de tus miembros perezca, y no que todo tu cuerpo sea echado al Gehena” (Mateo 5: 29). Aquí, dejé la palabra original de Cristo sin traducir. En inglés la Biblia dice “to hell”, “al infierno”. Pero el público de Cristo supo de inmediato lo que quiso decir. Se refería al vertedero de basura nociva en las afueras de Jerusalén, con sus fuegos que consumían la basura, así como de vez en cuando el cuerpo de un animal, o un criminal.

Como acotación al margen, es importante tener en cuenta que Cristo habló por analogía o metáfora, y no literalmente. ¿Cómo sabemos esto? Simplemente comparando escritura con escritura, al permitir que la Palabra de Dios se interprete a sí misma, sin tratar de poner en ella, nuestro propio significado.

Puesto que nuestros cuerpos son el “templo del Espíritu Santo” (Romanos 6:13, 1 Corintios 6:19, 20), y que la Biblia prohíbe absolutamente desfigurar o mutilar nuestros cuerpos, está claro que Jesús quiso decir otra cosa.

Obviamente, él estaba mostrando cómo algunos apetitos humanos, algunos deseos, pasiones, son tan difíciles de superar, son una parte tal de algunas personas, que el rechazarlos, es como “arrancarles los colmillos” o sacarles un ojo, o cortarles una mano.

También es obvio que si un cleptómano (un ladrón compulsivo) se cortó la mano, aún podría robar con la otra; obvio que si una persona peca con el ojo comprometido, aún podría cometer los mismos pecados con el otro ojo.

El punto más importante a señalar es, que Jesucristo dijo que aquellos que no logran vencer el pecado por el poder de Dios, y con la ayuda del Espíritu Santo, serán arrojados al fuego del Gehena, para ser “quemados”, completamente destruidos.

Observe el resto del pasaje que leyó en Malaquías: “Y hollaréis a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe, ha dicho el Señor de los ejércitos” (Malaquías 4: 3). El fuego Gehena consume los cuerpos de los pecadores no arrepentidos, ellos no se queman para siempre.

Cien Años de Vida

Es evidente que Dios nos muestra hasta el capítulo número 65 de Isaías que Él otorgará a los seres humanos una vida de cien años durante el período del Gran Juicio del Trono Blanco, que seguirá al Milenio.

Simplemente no hay otra manera de entender los versículos que leemos. Observe una vez más: “Allí no habrá más niños de pocos días, ni viejos que no hayan llenado sus días…” (Isaías 65:20). Esto revela una verdad muy importante y esencial. Muchas escrituras muestran que durante el Milenio la familia humana seguirá casándose y teniendo hijos. Muchas escrituras retratan el Reino de Dios glorioso y feliz, en el que están presentes familias y niños (ver Isaías 11:4-9, Ezequiel 37:24-26, Zacarías 8:5).

Sin embargo, durante este período de cien años, los que son resucitados en la infancia, y todos los niños nacidos en los últimos meses del Milenio que todavía no han madurado, serán la última generación de la familia humana.

Desde el momento del inicio del Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11, 12), no hay más bebés concebidos o nacidos.

“Allí no habrá más [allí, durante este período] un infante de días…” Los bebés de no más de un día de edad, o de dos semanas de edad.

Además, no habrá ancianos que mueran a los setenta o los ochenta años. No habrá un “anciano que no haya llenado sus días”, es decir vivido hasta los cien años.

Observe el resto de este importante pasaje: “Porqué el niño morirá de cien años, y el pecador, con cien años será maldecido” (Isaías 65:20).

Obviamente, se trata de dos categorías diferentes. El niño que muere a la edad de cien años no está clasificado como un “pecador”, por lo que la suposición lógica es que el pequeño niño que comenzó a vivir al inicio de este período de cien años de juicio, y que llega a su único centésimo cumpleaños, simplemente muere de vejez. Entonces, ¿qué sucede?

Una de dos posibilidades, ambas completamente fundamentadas en la Escritura; ambas ya establecidas como precedentes por Dios mismo. Una, se le permite ya sea morir la primera muerte física (porque está “establecido para los hombres que mueran una vez”) y luego es inmediatamente resucitado de entre los muertos, o dos, que se cambie de la carne al espíritu, de lo humano a lo divino, en un instante, en un “abrir y cerrar de ojos” (1 Corintios 15:50-52) al momento de la finalización del período de juicio de cien años.

Por supuesto, nada de esto realmente se refiere a usted ni a mí, excepto como una cuestión de información, un deseo de satisfacer la curiosidad acerca de “lo que le sucede a otras personas” o a nuestros seres queridos.

Y esa curiosidad, la preocupación por sus seres queridos, es lo que ahora debemos llegar a entender.

Millones de personas han sido abandonadas en el miedo y la preocupación por la suerte de sus seres queridos. Ellos han sido engañados por las falsas enseñanzas de la “inmortalidad del alma” y el “infierno siempre ardiendo”, o por vagos conceptos viejos y mohosos sobre el “purgatorio”.

Una vez un vecino mío, que no era miembro de la iglesia de Dios, me preguntó por su padre. Él describió a su padre como un hombre muy “bueno y decente”. Su padre había trabajado toda su vida en el servicio postal de EE.UU. Había sido un buen padre, un proveedor para su familia de cuatro miembros. Había sido fiel a su mujer, y no había sido un jugador ni un borracho. Su principal pasión en la vida, después de entregar su correo temprano, simplemente era ir a pescar a uno de sus lagos favoritos.

“Pero, ¿qué pasó con él cuando murió?” preguntó mi vecino. “Yo sé que él no era cristiano. Él casi nunca iba a la iglesia, excepto cuando mi madre se lo pedía en una ocasión especial. Pero él no maldecía, ni bebía, ni fumaba, ni nada de eso. Así que, si él no está ‘salvado’, como ellos dicen, pero sin embargo, era un ‘buen hombre’, ¿se fue al infierno?”

Literalmente, millones de desconcertados familiares se han preguntado acerca de estas cosas. Y en la respuesta a estas preguntas precisas está una de las mejores noticias que usted podríamos escuchar!

Para entenderlo, hay que saber lo que dice la Biblia sobre el estado de los muertos.

¿Cómo es Estar Muerto?

Dios dice: “Porque lo que le sucede a los hijos de los hombres, le sucede a las bestias, es un mismo acontecimiento: como mueren los unos, así mueren los otros; sí, todos tienen una respiración, de modo que el hombre no tiene ventaja sobre los animales: porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar, todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo” (Eclesiastés 3:19, 20).

La Palabra de Dios dice que los hombres mueren de la misma manera en que lo hacen las vacas, los caballos, los perros y las ovejas. Su condición en la muerte es la misma. Ambos deben sus vidas al oxígeno en el aire. Cuando mueren, los dos decaen, y regresan a la tierra de la que provienen.

De alguna manera ¿Están conscientes los muertos?

“Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa; porque la memoria de ellos [su memoria- su pensamiento consciente] está olvidada” (Eclesiastés 9:5).

David sabía esto. Él sabía que el hombre vuelve al “polvo”, a los elementos de la tierra, de los cuales vinimos. Él escribió: “¿Qué provecho hay en mi muerte, cuando descienda a la sepultura? [Del hebreo: sheol, generalmente traducido erróneamente como” infierno”], ¿Te alabará a ti el polvo? ¿Te anunciará tu verdad”? (Salmo 30:9).

Por lo tanto, su la Biblia muestra que cuando los seres humanos mueren, ya no son conscientes. No tienen pensamientos, no hay memoria, no hay conciencia. La Biblia describe a la muerte como el tipo de sueño más profundo, olvido negro, estigio, desconocimiento completo del paso del tiempo; sin dolor, sin aflicciones, sin memoria.

Observe: “Mientras viva voy a alabar al Eterno: Cantaré salmos a mi Dios mientras viviere. No confiéis en los príncipes, ni en el hijo de hombre, en quien no hay ayuda. Sale su aliento [expira], y vuelve a la tierra, y en ese mismo día perecen sus pensamientos” (Salmo 146:2-4).

No es el eslogan inteligente de algún teólogo el referirse a la muerte como “el sueño.”

La Palabra de Dios se refiere a los muertos en Cristo como los que “duermen en Jesús” (1 Tesalonicenses 4:14). Observe algunos otros ejemplos: “Por lo cual [sin discernir el cuerpo del Señor en conexión con la Cena del Señor o Comunión] hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen” (1 Corintios 11:30).

“He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos [morir], pero todos seremos transformados en un instante, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final; porque se tocará la trompeta, y los muertos serán levantados sin corrupción, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:52).

Los muertos no saben nada, dice la Biblia. Ellos no tienen memoria. Se caracterizan por estar en el sueño más profundo, sin pensamiento consciente no hay conciencia. En el instante de la resurrección, otra vez más estarán pensando, recordando, seres conscientes. Para ellos, habrá sido como si desde el momento de la muerte hasta el momento de la resurrección, sólo hubiera pasado una fracción de segundo, ¡un abrir y cerrar de ojos!

Millones de ellos van a decir: “¿Qué pasó en ese momento?” Millones de personas ni siquiera sabrán que estaban muertos, millones de personas han muerto tan de repente que no hubo tiempo para pensar, o ¡incluso dolor!

Si usted tiene alguna pregunta acerca de si los muertos están conscientes, por estas verdades divinamente reveladas, ellos deberían haber sido puestos a descansar.

El Espíritu Humano

Mire lo que la Palabra de Dios dice acerca de nosotros, los seres humanos, sobre el espíritu humano que Dios nos ha dado, lo que nos hace tan superiores a los animales, lo que nos da la mente, la conciencia, la profundidad del sentimiento y el carácter.

David oró: “En tu mano encomiendo mi espíritu: Tú me has redimido, oh Señor, Dios de verdad” (Salmo 31:5).

Hay dos palabras hebreas traducidas como “espíritu”. La palabra más utilizada es ruwach, que significa “viento, por la semejanza aliento, es decir, una exhalación sensible [o incluso violenta]; Figurativo vida, ira, insustancialidad, por extensión una región del cielo. Por semejanza, espíritu, pero sólo de un ser racional [incluye su expresión y funciones]: aire, ira, explosión, respiración, fresco, coraje, mente, lugar, lado, espiritual, vanidoso, torbellino”.

David usó una palabra completamente diferente en su salmo. Es neshamá, que se pronuncia “ne- shawmaw”, y significa “un soplo, es decir, viento, enojo o aliento vital, inspiración divina, intelecto, o un animal, explosión, aliento, inspiración, alma, espíritu”

La primera palabra es más comúnmente traducida como “alma”, aunque en muchos lugares también se traduce como “espíritu”. Por lo general, se refiere a la vida animal del hombre o la conciencia.

La segunda palabra se utiliza más para intelecto, o la psique más interna, y se traduce correctamente, como “espíritu”.

Observe un ejemplo más de neshamá, donde la palabra significa, obviamente, la conciencia más profunda, el pensamiento y el intelecto del hombre: “El espíritu del hombre es la vela luz] del Eterno, escudriñando lo más profundo del corazón” (Proverbios 20: 27). Aquí, la palabra tiene que ver con la conciencia, con el carácter humano, con una profunda reflexión, la introspección, la meditación, la filosofía, con nuestra capacidad de toma de decisiones; responsabilidad.

Mientras que el hombre y el animal, “tienen un mismo aliento”, es decir, la misma existencia química, física, basada en el aire, los alimentos y el agua, ellos son completamente diferentes.

El hombre tiene una mente, mientras que los animales tienen cerebros.

Los animales son criaturas de instinto, pero no tienen el poder de saber o de preguntarse acerca de su origen, acerca de quién, qué, y por qué lo son, y cuál es su destino.

Los animales tienen una capacidad limitada para razonar. Los experimentos con delfines, caniches, y chimpancés han demostrado esto. En un experimento, se observó a un perro atrapado en un sótano apilando cajas, una encima de otra, hasta que tuvo una plataforma suficientemente alta como para escapar por la pequeña ventana cerca del techo.

Pero más allá de esta capacidad muy limitada, los animales son criaturas de instinto auto-programado. No tienen capacidad creativa. No pueden especular filosóficamente, sobre el origen de las cosas.

Pero Dios ha puesto un espíritu en el hombre, el espíritu humano. Es esta esencia espiritual, la que está vinculada a los lóbulos frontales del cerebro humano y es consciente sólo cuando el cerebro está consciente, la que le da al hombre una mente en lugar del simple cerebro animal.

Un potrillo, sólo unos minutos después de su nacimiento, se tambalea sobre sus patas temblequeantes e inmediatamente se dirige directamente a los pezones de la yegua para mamar. De alguna manera, por mero instinto, por la vista, el sonido, el olor, el pequeño animal recién nacido sabe exactamente qué hacer.

Las crías de los delfines nacen bajo el agua. Inmediatamente, comienzan nadar, van a la superficie, y toman su primer aliento. Podrían citarse cientos, no, miles, de ejemplos de aves, peces, insectos y otros animales que de forma automática el instinto pre-programado les lleva a sobrevivir.

Considere un bebé humano recién nacido.

Está completamente indefenso. Podría estar a centímetros del pecho de su madre y sin embargo se moriría si no estuviera al cuidado de la madre. Es la más indefensa de todas las criaturas.

No obstante, tenga en cuenta el potencial de ese diminuto cerebro humano. Poco a poco, de acuerdo a como está a programado el cerebro, según las ligazones del bebé a su madre, padre, hermanos y hermanas, el bebé aprende.

Los animales son capaces de producir sólo chillidos, gritos, ladridos, gemidos, berridos, llamadas, o gruñidos. Mientras que muchos animales, como los alces y ballenas, son muy vocalizadores y utilizan una amplia gama de sonidos para intercambiar pensamientos simples, tales como el peligro o la comida, la mente humana es capaz de aprender el lenguaje, con miles de palabras, para expresar el pensamiento.

Cualquier estudio en profundidad sobre el cerebro humano es un viaje a través de los estupendos, impresionantes desconcertantes datos de la mente, una introducción al organismo más increíblemente complejo que conoce la humanidad. Nuestra forma de pensar, razonar, deducir, reflexionar, imaginar y crear es casi incomprensible.

Usted no puede conocer nada que sea superior a su propia mente, a menos que esté dispuesto a admitir que otras mentes están mejor educadas que las suya, que han almacenado más conocimiento y experiencia.

Pero la mente humana es más increíblemente compleja de lo que podemos llegar a conocer a través de los cinco sentidos físicos. ¿Podrían haber sido formadas nuestras maravillosas mentes por una inteligencia menor?

Su propio intelecto exige la respuesta “¡No!” Sólo una inteligencia muy superior podría haber pensado, diseñado, y luego creado la mente y el espíritu humanos. Ahora, piense en esa maravillosa mente que le dio Dios.

Para que usted pueda ser concebido, se necesitan dos padres.

La vida de su padre, en la forma de un espermatozoide microscópico, unido a la vida de su madre, en la forma de un huevo fértil. En el instante de la concepción, usted y yo éramos mucho, más pequeños que al final de esta frase.

Sin embargo, en esa miniatura de los comienzos, usted fue pre-programado en el ADN (por “ácido desoxirribonucleico”), el código genético que determina su sexo, talla, peso y forma en general, el color de su pelo y ojos, el color y la textura de su la piel, la forma de su cráneo, y la longitud de los dedos de sus manos y pies, las características que hacen que usted sea “usted” durante toda su vida. Podría heredar, a través de este milagroso comienzo microscópico, cualidades, inclinaciones, talentos y habilidades de su familia, incluyendo si usted es o no es sensible a la música, si se inclina por lo artístico o por mecánico, y así sucesivamente.

Si bien se ha demostrado que el medio ambiente es un poderoso forjador del carácter, el código genético de los dos padres es el más potente de los dos.

Damos por sentado la vida humana. Sin embargo, cuando estudiamos la increíble capacidad reproductora del hombre, de cómo fuimos concebidos y formados en el vientre, y nacemos, nos quedamos con una sensación de asombro y maravilla.

David le dijo a Dios: “Te alabaré, porque yo he sido maravillosamente y formidablemente formado: maravillosas son tus obras, y mi alma lo sabe muy bien. Mi substancia no te fue ocultada cuando fui hecho en secreto, y curiosamente cincelado en las partes más bajas de la tierra. Tus ojos vieron mi sustancia, aún siendo imperfecta, y todos mis miembros constaban en tu libro [aquí, sin saber nada sobre el ADN, David está asombrado del feto humano en desarrollo], que luego fueron formándose cuando todavía no existía ninguno de ellos. ¡Cuán preciosos son tus pensamientos hacia mí, oh Dios! ¡Cuán grande es la suma de ellos! “(Salmo 139:14-17).

Sin duda, David estaba considerando todas las funciones del cuerpo humano, contemplando el ojo humano, el oído, el olfato y el tacto, y la manera maravillosa en la que todos sus órganos vitales contribuyeron a su experiencia diaria de vida.

Sin duda él meditó sobre el marco esquelético de nuestro cuerpo, la musculatura, con todos los tendones, los ligamentos, los tendones y que conectan músculo con músculo y el músculo al hueso. Pensó en la maravillosa coordinación de las extremidades, las manos, los pies y el torso; cuan increíble había sido cuando había llegado a ser tan hábil con una honda como para lanzar una piedra redondeada y dar de lleno en la frente del gigante Goliat – el único lugar sin protección en su cuerpo. Sin duda pensó en las impresionantes hazañas atléticas de los hombres de su ejército, de todas las maravillas del cuerpo humano.

Cuando dijo, “que luego fueron formándose, cuando todavía no existía ninguno de ellos”, sin duda, estaba considerando el flujo de sangre de la madre al feto, cómo puede ser que, de una miniatura microscópica, se puedan formar hueso, tejido, músculo, ojos, oídos, manos y pies.

David estaba asombrado de Dios como Creador. Él reconoció el milagro que el cuerpo humano presenta a nuestra vista, el milagro de la vida humana y la reproducción.

¡Es sólo a través de la unión entre el espíritu y el cerebro que tales pensamientos introspectivos son posibles! Los animales no pueden contemplar sus orígenes. Los animales no se maravillan de su capacidad de ver y oír. Ellos no pueden alabar a su Creador.

¡El espíritu humano está presente desde el instante de la concepción!

¿En que momento el Logos (Juan 1:1), que era el “Verbo”, comenzó a convertirse en el pequeño microscópico cigoto, que se convertiría en Jesucristo? ¡En el instante en que el Espíritu Santo engendró esa misma Vida que era Dios, en el vientre de María!

Jesucristo no “se convierte a Cristo” al momento del nacimiento, sino nueve largos meses antes cuando ¡fue concebido por obra del Espíritu Santo de Dios!

¡Jeremías era conocido de Dios antes de su nacimiento! En la Escritura se encuentran otros ejemplos, incluyendo a Ciro, el monarca persa, que fue mencionado cuatrocientos años antes de su nacimiento, lo que sin duda prueba que el proceso obsceno del aborto es ¡un asesinato de una vida humana! Juan el Bautista fue concebido por una intervención milagrosa de Dios, ¡fue pre-ordenado para Su misión antes de su nacimiento! Imaginar que abortar a Juan o a Jesús simplemente hubiera podido ser una “elección” de una mujer joven es tan inconcebiblemente obsceno como para desafiar la racionalidad humana.

Nunca hubo un momento, ni un solo segundo, en que el Espíritu Santo no estuviera presente con Jesucristo.

Observe cómo Pablo habla del espíritu humano y su relación con el Espíritu Santo: “Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción [del griego: “filiación”, significa más que la adopción legal, el significado real es la descendencia literal], por el cual clamamos: ¡Abba!, [palabra hebrea para “Padre”], Padre. Porque el mismo Espíritu [el Espíritu Santo de Dios] da testimonio a nuestro espíritu [nuestro espíritu humano], que somos la hijos de Dios: y si hijos, también herederos: herederos de Dios y coherederos con Cristo: si es que padecemos juntamente con él, para que también seamos glorificados juntos” (Romanos 8:15-17).

Estos son importantes verdades vitales, escrituras profundas.

Vamos a tratar de entender lo que la Palabra de Dios nos está diciendo.

Porqué Dios es el “Padre” de los Cristianos

Fue el huevo fértil de nuestras madres y el espermatozoide vivo de nuestros padres lo que “dio testimonio”, una vez ligados, de que íbamos a ¡ser hijos de nuestros padres!

Aquí, Dios nos muestra que es el espíritu humano vivo conectado a nuestro cerebro físico, junto el Espíritu Santo de Dios vivo, nuestro Padre, lo que prueba que somos ¡HIJOS DE DIOS!

El Padre es llamado “el Padre” porque Él engendra hijos. Él está reproduciendo los de ¡Su misma clase!

¿Se dio cuenta que frase breve? ¿Ha pensado en ella?

La creación no se completó en el Jardín del Edén, allí sólo se inició.

Dios, que es Elohim se revela a nosotros a través de Jesúsristo ¡como el Padre de todos nosotros!

Como una parte maravillosa del diseño de la vida misma, en todas sus formas, Dios ordenó que la vida engendre vida, y que la vida reproduzca vida de ¡la misma clase!

Toda vida viene de criaturas de la misma clase que están vivas previamente. Su vida humana física solo fue posible porque dos vidas humanas se unieron en la concepción. No ha venido de una vida anterior de la misma clase, sino de dos.

De la misma manera, nuestro Padre celestial engendra hijos a través del poder de su Espíritu, uniendo su Espíritu con nuestro espíritu humano vivo, por lo que es engendrado ¡un nuevo ser espiritual!

Esta nueva “criatura” es REAL. Está viva. Lleva las características de su Padre, que es Dios, y su vida humana, que es el espíritu humano inextricablemente ligado a nuestro cerebro físico.

Dios no pone su Espíritu en lo simplemente carnal.

Dios no pone su Espíritu en nuestras rodillas o en nuestros codos o en nuestros pies o manos. Él pone su Espíritu en unión directa con nuestro espíritu humano, de modo que la vida espiritual con la vida del Espíritu se convierten en una nueva vida espiritual ¡nunca antes existente!

Los científicos saben que el cerebro humano está dividido en varios segmentos, y que cada uno lleva a cabo diferentes funciones. Todos estamos familiarizados con el hecho de que un golpe en la cabeza puede producir pérdida de la memoria, sin embargo, no pone en peligro ninguna de las otras funciones del cerebro.

Ellos saben que el proceso del pensamiento, la capacidad de nuestra mente para meditar, filosofar, imaginar, maravillarse, contemplar, crear y decidir, se encuentran en el lóbulo frontal, detrás de los ojos y la frente.

Es en esta parte de nuestro cerebro donde reside el carácter, la capacidad de sentir remordimiento, tristeza, felicidad, alegría, vergüenza, disgusto, ira, celos, lujuria, codicia, la capacidad de arrepentirse y sentir pesar por fechorías, la capacidad para pensar, planear, y razonar. Nuestra personalidad está controlada por estos lóbulos frontales, además de nuestra capacidad de ver, oír, caminar y hablar.

El Espíritu Santo de Dios no afecta nuestra memoria, ni mejora nuestra habilidad atlética, nuestra audición o visión. Se une a nuestro espíritu humano para cambiar nuestro carácter, nuestra psique más profunda y más interna, ¡nuestra personalidad!

Usted y yo no llegamos aquí sólo por una vida, que engendró el tejido no vivo! No, son necesarias dos vidas que se liguen, para producir nuestra una vida física. Lo mismo sucede con el proceso de Dios para engendrar hijos.

Ahora, observe la verdad sobre esta “nueva criatura”, que ha sido engendrada en la mente humana. Pablo escribió: “Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, es el que resplandeció en nuestros corazones [el “corazón” del que habla la Biblia siempre se refiere al carácter, la capacidad de nuestra mente para pensar, razonar y sentir remordimiento], para dar la luz del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo. Pero tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros “(2 Corintios 4:6, 7).

¿Cuál es su posesión más preciada?

Compadecemos profundamente a aquellos que perdieron una, o dos, o incluso las cuatro extremidades en un accidente o en la guerra. Es importante que entendamos esto. Uno puede decir: “Yo perdí mi brazo.” Era mi brazo, me pertenecía. Era parte de mi cuerpo, pero no fui yo. Yo todavía estoy aquí. No pensé, planifiqué, razoné, sentí, o me arrepiento con mi brazo.

Una persona puede decir: “He perdido las dos piernas en Vietnam.” Tal vez ahora se mueve con prótesis de piernas, y con bastones o muletas. ¡Pero él todavía está aquí!

Llevado a una última conclusión, tal vez ridícula, el cuerpo humano es capaz de perder los cuatro miembros, varios órganos vitales, la vista y el oído, es capaz de ser reducido a un tronco lastimero de un cuerpo, sin embargo, el individuo todavía está vivo, la personalidad está intacta, la persona pensante, consciente todavía está allí.

Pablo dijo que tenemos “este TESORO”, este precioso regalo maravilloso inestimable de la vida eterna, de la salvación en vasos de barro”. Nosotros, nuestros cuerpos y mentes humanas, somos los “vasos de barro”. Nosotros somos como vasijas de barro, que contienen algo incalculablemente precioso.

Pablo continuó: “Por tanto, no desmayamos, pero aunque nuestro hombre exterior se va desgastando, el hombre interior, no obstante [la nueva criatura en Cristo, un ser espiritual recién engendrado], se renueva de día en día. Porque esta leve tribulación [las pruebas y dificultades de la vida], que no es más que momentánea, produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria. Porque mientras no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven: porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:7-18, extractado).

La Nueva Criatura en Cristo Habita en un Cuerpo Temporario

Pablo continuó: “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se deshace, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos” (2 Corintios 5: 1).

Observe el lenguaje. Es “nuestra morada terrenal,” pero no es “nosotros”. “Nosotros” moramos en esta “morada terrenal”, es decir, nuestros cuerpos frágiles, humanos, temporales. Mientras que nuestros cuerpos son una parte muy importante de nosotros, no son “nosotros”. Vivimos dentro de nuestros cuerpos, en los lóbulos frontales del cerebro. La nueva criatura en Cristo está, en cierto sentido, viviendo en el cuerpo del anfitrión, nuestra “casa terrenal,” nuestra existencia temporal química, física.

Pero la “casa no-hecha con manos” es un nuevo cuerpo espiritual, creado de Dios, que se hereda en la resurrección, o en el momento del cambio instantáneo (1 Corintios 15:50-52).

Observe lo que dice Dios acerca de este nuevo cuerpo: “Pero dirá alguno: ¿Cómo resucitarán los muertos? y ‘¿Con qué cuerpo vendrán?” (1 Corintios 15:35). Aquí, Pablo anticipa muchas de nuestras preguntas: “¿Y si alguien está enterrado en el mar y se lo comen los tiburones? ¿Qué pasa con la cremación? ¿Y si alguien se quemó en un incendio? ¿Qué pasa con aquellos que se desintegraron en explosiones o accidentes aéreos?”

Dios responde: “Necio, lo que tú siembras no se vivifica [renovado a la vida] a menos que muera. Y lo que siembras, no siembras el cuerpo que ha de ser, sino el grano desnudo, puede ser de trigo o de otro grano: Pero Dios le da el cuerpo como él quiso, y a cada semilla su propio cuerpo”(1 Corintios 15:36-38).

Considere la posibilidad de un solo grano de maíz. Cuando se planta en el suelo, el pequeño germen que contiene el diseño microscópico de la planta de maíz es fertilizado por el endosperma en descomposición, que se compone de almidón blando y almidón duro. El germen comienza a brotar, alimentándose del endosperma amiláceo. Aparece una raíz, y luego otras. Entonces, un brote se abre paso en la tierra, y alcanza el sol. Con el tiempo, el pequeño germen crece en un tallo, quizás tanto como tres metros de altura, produciendo dos, tres, cuatro o más espigas. Cada espiga puede tener muchos cientos de granos de maíz.

El único grano, plantado en el suelo, ahora ha producido miles de nuevos granos. Estas son nuevas riquezas. Nunca han existido antes, y nunca existirán otra vez.

En el ciclo de vida de las plantas, al igual que en los seres humanos, cada nuevo ser vivo es la nueva riqueza de la tierra, una primera vez siempre, nunca serán otra vez una entidad viviente.

Como el glorioso tallo de tres metros de altura, con tal vez cuatro grandes mazorcas amarillas que contienen cientos de granos, cada uno tiene poca semejanza con el pequeño germen en un grano de maíz muriendo, por eso es que nuestros decadentes (o quemados, o desintegradas) cuerpos humanos serán incomparables al cuerpo glorioso y espiritual que nos dará Dios.

Observe: “No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves. También hay cuerpos celestiales, y cuerpos terrenales; pero la gloria de lo celestial es una [la gloria de las estrellas y los planetas], y la gloria de lo terrestre es otra. Una es la gloria del sol, otra la gloria de la luna, y otra la gloria de las estrellas, pues una estrella es diferente de otra en gloria [brillo, tamaño y belleza]. Así también es la resurrección de los muertos” (1 Corintios 15:35-42).

Obviamente, en el Reino de Dios, no habrá seres espirituales de diferente gloria, diferente esplendor, brillo, y diferente responsabilidad.

Esto concuerda exactamente con la parábola de Jesús, de los talentos y las libras, donde a cada persona se le da la recompensa conforme a sus propios logros. A uno se le da dominio sobre diez ciudades, a otro más de cinco (Lucas 19:11-27). Véase también 1 Corintios 3:9-15, donde se hace una clara distinción entre la salvación, como un regalo gratuito misericordioso de Dios, y “trabajo”, el que resulta en varios grados de recompensa.

Esto nos ayuda a entender la diferencia entre la recompensa, que tiene que ver con el grado de superación de acuerdo a nuestras capacidades individuales naturales y la ayuda de Dios a través del Espíritu Santo, y la salvación , que es el don misericordioso de Dios, y no tiene nada que ver con recompensa.

La recompensa es “conforme a sus obras “, mientras que la salvación es gratuita, el don de Dios. Así como son diferentes las estrellas, de la misma manera, en el Reino de Dios, los seres espirituales recién nacidos difieren en esplendor y gloria, y en grados de responsabilidad.

Dios muestra claramente que David será rey sobre todo Israel, mientras que cada uno de los doce apóstoles (Matías reemplazando a Judas) serán reyes menores, bajo David, pero juzgando a las doce tribus.

Pablo continúa: “Se siembra [el vaso de barro humano o cuerpo carnal] en corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en gloria. Se siembra en debilidad, resucitará en poder: se siembra un cuerpo natural, resucita un cuerpo espiritual. Hay un cuerpo natural, y hay cuerpo espiritual” (1 Corintios 15:42-44).

Simplemente, en estas escrituras, no hay duda sobre la afirmación evidente de hecho, dogmática y llana, Hay un cuerpo natural, es decir usted y yo, nuestros cuerpos físicos en esta vida. Y hay un cuerpo espiritual, que es la vida del espíritu, la nueva creación del ESPÍRITU que heredará el Reino de Dios.

“Así también está escrito: el primer hombre, Adán fue hecho alma viviente [en Griego: psuche, la misma que la hebrea nephesh, que significa “criatura” o “ser vivo”]; el último Adán [Cristo] fue hecho un espíritu vivificante. Mas lo espiritual no es primero, sino lo animal; luego lo espirituall. El primer hombre es de la tierra [físico, mortal, temporalmente, hecho de carne], terrenal: el segundo hombre, que es el Señor, es del cielo. Como es el terrenal, así son también los que son terrenales” (1 Corintios 15:45-48).

Usted y yo somos como copias al carbón de nuestros padres. Somos carnales, como ellos. Llevamos sus características. Estamos compuestos de los mismos materiales. Tenemos muchas de sus tendencias, talentos y habilidades.

Ahora, ¡fíjese! “y como es el celestial, así son también los que son celestiales.” (versículo 48).

¿Le queda la más remota duda en su mente acerca de lo que acaba de leer? Esto claramente nos dice que seremos miembros de la mismísima familia de Dios, ¡que vamos a “ser como Él”!

Juan escribió: “Amados, ahora somos hijos de Dios, y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser; pero sabemos que cuando él se manifieste [en la resurrección], SEREMOS SEMEJANTES a Él porque le veremos tal como es Él” (1 Juan 3:2).

Son millones de personas los que suponen que la salvación significa “almas” flotando hasta el “cielo”. Millones suponen que los seres humanos, en la resurrección, estaremos a un nivel muy por debajo de nuestro Padre. Tal vez vamos a ser como un viejo perro de caza, que mira con adoración a los ojos de su amo, y luego menea su cola en el suelo mientras se tiende frente a la chimenea. Ellos piensan que seremos, en algún nivel, como los ángeles, como drones espirituales o autómatas.

No, vamos a nacer de Dios y vamos a ser “semejantes a Él,” porque ¡”Lo veremos tal como es Él”!

Pablo dijo: “Y así como hemos traído la imagen del terrenal [estamos hechos a imagen de nuestros padres físicos], traeremos también la imagen del celestial” (1 Corintios 15:50).

¿Puede estar más claro?

La gloria que hemos de heredar, los cuerpos espirituales que hemos de heredar, se harán a la imagen de nuestro Padre espiritual, y ¡seremos TRANSFORMADOS!

Observe: “Pero esto os digo, hermanos: que la carne y la sangre no pueden heredar el reino de Dios, ni la corrupción hereda la incorrupción He aquí, os digo un misterio: No todos dormiremos [una y otra vez, la Biblia caracteriza el estado de los muertos como un sueño profundo, inconsciente], pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la trompeta final! porque la trompeta sonará, y los muertos serán resucitados incorruptibles, y nosotros seremos transformados” (1 Corintios 15:50-52).

El cuerpo “corruptible” ya no existe. En cambio, Dios le da a cada uno de sus hijos ¡un nuevo cuerpo ESPIRITU, brillante, incorruptible, eterno!

Pedro también habló de la nueva “criatura en Cristo” que habita en un “stand”, o “kiosco”, o “tabernáculo” temporal. Él escribió: “Por esto, yo no dejaré de amonestaros siempre de estas cosas, aunque vosotros las sepáis, y estéis confirmados en la verdad presente. Sí, Porque tengo por justo [apropiado], en tanto que yo estoy en este tabernáculo, de incitaros con amonestación” (2 Pedro 1:12, 13)

Pedro sabía que él era una nueva criatura en Cristo, un hijo engendrado de Dios, que sólo moraba temporalmente en un “vaso de barro”, un ser humano, el cuerpo físico, que él llamó un tabernáculo, que significa “lugar de morada temporal.”

Él continuó: “Sabiendo que en breve tengo de dejar mi tabernáculo, como nuestro Señor Jesucristo me ha mostrado” (versículo 14). Pedro sabía que el tiempo de su martirio se acercaba, que iban a matarlo por la causa de Cristo. Tenía fe, sin embargo saber que era solo como “dejar una prenda de vestir”, o “dejar un tabernáculo,” no era el final. Pedro mismo podría sobrevivir, aunque permaneciendo en un profundo “sueño” por un período indeterminado de tiempo.

Pero desde que “los muertos no saben nada”, la nueva criatura en Cristo, el Hijo convertido de Dios, en el que se había transformado Pedro, sería completamente inconsciente del paso de tiempo!

Cuando él sea resucitado en la Segunda Venida de Cristo, lo será a Pedro, como miles de otros, como si todo hubiera ocurrido “en un instante, en un abrir y cerrar de ojos.”

Llegó a la conclusión, al hablar de su próxima muerte: “También yo procuraré con diligencia, que después de mi fallecimiento, vosotros podáis siempre tener memoria de estas cosas” (2 Pedro 1:15).

Nuestros cuerpos humanos no son sino lugares temporales de vivienda, sujetos al envejecimiento, a la lesión, la enfermedad y la muerte. Mientras estamos vivos en la carne, tenemos una “ventana de oportunidad” para arrepentirnos del pecado, para convertirnos en culpables de haber violado las leyes santas de Dios, para recibir el bautismo y la imposición de manos para recibir el Espíritu Santo de Dios.

Cuando nuestro espíritu humano es engendrado por el Espíritu Santo de Dios, es engendrada “una nueva criatura en Cristo“. Es REAL. Es tan real, tan absoluta, tan cierta, ¡tan factual como su propia existencia humana!

La Realidad de Nuestra Vida Espiritual

Usted es real.

¿Cómo ha llegado hasta aquí? Por la unión de las células que dan vida de su padre, con el óvulo fecundo de su madre. En el instante de la concepción, ¡ya ha comenzado su vida! Sólo unos segundos antes, ¡y usted no existía! Millones de potenciales hermanos y hermanas podrían haber sido concebidos. Pero no lo fueron. ¡Fracasaron!. ¡Pero usted lo logró! Usted es el resultado. Usted está aquí porque dos vidas se unieron ¡para producir su única vida.

Sus padres no se sientan en el sofá, sacan un bloc de notas, y comienzan a elaborar los requisitos para un bebé.

“Veamos ahora”, su padre no dijo: “Debe ser un niño, y me gustaría que tuviera el pelo rubio, ojos azules, y los diez dedos de las manos y de los pies. A, sí, y los ojos y los oídos, y todos los órganos vitales…” Su madre no dijo, “Bueno, yo prefiero tener una niña – fabriquemos una niña. “Entonces ellos no van a la oficina central para encargar bebes, dejan su solicitud, y se sientan a esperar a que ¡llegue la cigüeña!

Sin embargo, muchas personas engañadas creen, por un supuesto casual, que pueden heredar el Reino de Dios de ¡una manera tan absurda!

Ellos escuchan un mensaje de Dios sobre de la doctrina. Tal vez se encuentran con lo que parece una prueba irrefutable de que la Pascua es pagana. Así que estudian y leen, y toman notas, y hacer algunas investigaciones. Poco a poco, se convencen, a través de un minucioso estudio e investigación, que la Pascua, en verdad es pagana.

Así que a continuación, añaden este conocimiento a su repertorio de verdades, a su bagaje de creencias. Luego, podrían, con un alto grado de escepticismo y reticencia, de mala gana, estudiar durante meses para demostrarse a sí mismos que los Diez Mandamientos de Dios no se han acabado, que el pecado es la transgresión de las leyes de Dios (1 Juan 3:4), y que el arrepentimiento es la vergüenza y el profundo remordimiento por ¡haber sido un transgresor de la ley! Luego, añaden este pedacito de la verdad a su creciente bagaje de conocimientos.

Con el tiempo, habrán acumulado una cantidad impresionante de conocimientos bíblicos. Ahora conocen una buena parte de la historia bíblica, acerca de la profecía, acerca de la doctrina.

A veces, sobre todo cuando se encuentran cara a cara con el séptimo día, Sabático, se vuelven cínicos, renuentes, incluso resentidos, frente a la “nueva verdad” que están aprendiendo. Finalmente, después de meses, o incluso años, de “probarse” cosas a sí mismos, creen que deben aceptar lo que han aprendido.

Lo crea o no, en ese momento, esas personas ¡no están más calificadas para el Reino de Dios de lo que está Satanás, el diablo!

¡Qué sorprendente declaración! ¿Por qué afirmar tal cosa? Simplemente porqué cuando se trata de la Biblia y de la doctrina, ¡Satanás SABE TODO!

Satanás podría citarle toda la Escritura ¡de principio a fin y viceversa! ¡Satanás conoce todas las verdades doctrinales de Dios! Pero él está en rebelión contra Dios, y ¡nunca se arrepentirá!

¡Usted ya no puede heredar el Reino de Dios poco a poco, de a un paso por vez, estudiando la doctrina, de la cual podría hacer una lista, ir a la ” oficina”, y tener un bebé!

¡Sólo cuando nos arrepentimos de los pecados (Hechos 2:38), y luego somos bautizados, y recibimos el Espíritu Santo de Dios,es cuando nos convertimos en hijos de Dios, engendrados del Padre espiritual, una “nueva criatura en Cristo”! ¡Una vez que esta “nueva criatura en Cristo” es engendrada dentro de nuestras mentes, en cada parte es tan REAL como usted era REAL cuando era un feto en desarrollo en el vientre de su madre!

Del mismo modo que usted se alimentaba por el torrente sanguíneo de su madre, del mismo modo la “nueva criatura en Cristo” debe ser alimentada por la Palabra de Dios, mediante el estudio de la Biblia, mediante sermones, mediante el estudio y la lectura, por la comunión Cristiana, y por la superación de actitudes hirientes y pensamientos no-Cristianos.

Debemos “crecer en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo” hasta el momento en que llegamos al punto del ¡renacimiento espiritual!

Jesús dijo: “Os es necesario nacer de nuevo“, y mostró que el nuevo nacimiento es un nacimiento en espíritu, que cambió de carne a espíritu, ¡de lo humano a lo divino!

La Tercera Resurrección

Hasta ahora, hemos visto que hay dos grandes categorías de seres humanos que van a participar en la primera y la segunda resurrección.

La primera resurrección (Apocalipsis 20:6), ocurre en el momento de la llegada de Cristo en las nubes por encima de la tierra, el momento de los ángeles de Cristo alcanzando a los Cristianos que viven y los santos resucitados (Mateo 24:31; 1 Tesalonicenses 4:16, 17). Esta es la resurrección a la vida, la resurrección de los santos de Cristo, incluyendo los apóstoles, Abraham y los patriarcas, y de todos los cristianos convertidos que han vivido y muerto.

Durante mil años, Cristo reinará en la tierra, como REY DE REYES y SEÑOR DE SEÑORES, con millones de otros miembros de la familia de Dios reinando con Él (Apocalipsis 2:26; 3:21; 10:5; 20:4; Isaías 11: todo el capítulo; Isaías 2, Miqueas 4).

La segunda resurrección es el más grande de todas. Tiene lugar después que hayan terminado los mil años, y es la resurrección para el juicio (Apocalipsis 20:5), momento en que Dios permitirá a cada individuo vivir por un período de cien años (Isaías 65:20).

Puesto que Dios no cambia, los millones que se presentan en esta gran resurrección serán juzgados “fuera de la Biblios“, que significa la Palabra de Dios, de la misma manera en que ¡Dios nos está juzgando hoy a usted y a mí! Dios dice que Él “no cambia”. Por lo tanto, ellos serán juzgados por la Palabra revelada de Dios, la Biblia, exactamente como usted y yo estamos siendo juzgados.

Es muy probable que la gran mayoría de todos estos millones y millones de personas aceptará el gobierno de Dios, creerá en la verdad que se impartirá, se arrepentirán de sus pecados y recibirán ¡la salvación!

¿Es esta esta una “segunda oportunidad”? ¡Por supuesto que no! Estos prolíficos millones de personas nunca escucharon una sola palabra sobre el Evangelio; nunca oyeron el nombre de Jesucristo. O, al menos, nunca han oído el verdadero evangelio, realmente, nunca tuvieron la oportunidad plena para entender la verdad de Dios y también responder a esa verdad en el arrepentimiento.

¡Esta será su primera oportunidad!

Una “oportunidad” para la salvación es escuchar el evangelio predicado. Haber nacido en una tierra pagana, después de morir de cólera en pocos días, cuando toda la sociedad nunca ha escuchado el nombre de Jesucristo, ¡no es una oportunidad de salvación!

¿Usted tiene seres queridos que han muerto, sin convertirse? Ellos están muertos ahoracompletamente ajenos al paso del tiempo. La Biblia habla de ellos como estando en el sueño más profundo, completamente inconscientes. ¡Ellos NO ESTÁN PERDIDOS! Simplemente están muertos!

Dios dice: “Es dado a los hombres que mueran una vez, y después de esto el “juicio.”

Pero hay una tercera categoría de seres humanos.

Son los malvados incorregibles. Ellos son los que han rechazado conscientemente el camino de vida de Dios, han rechazado la salvación. Ellos son los que no se arrepentirán!

Observe: “El Señor sabe como librar a los piadosos de las tentaciones, y reservar a los injustos para el día del juicio, para ser castigados. Pero sobretodo a aquellos que andan conforme a la carne, en concupiscencia e inmundicia, y desprecian el gobierno. Atrevidos y contumaces, no temen hablar mal de las potestades superiores.

“Mientras que los ángeles, que son más grandes en fuerza y en potencia, no traigan maldición contra ellos delante del Señor. Pero éstos, como animales irracionales [como animales depredadores, carentes de sentimientos humanos, como la misericordia, el perdón y la compasión], hechos para presa y destrucción, hablando mal de cosas que no entienden, perecerán en su propia perdición” (2 Pedro 2:9-12).

Para que “perezcan completamente” ¡deben ser completamente destruidos por el fuego! Cristo advirtió: “Y no temáis a los que matan el cuerpo [nuestro tabernáculo temporal], pero no pueden matar el alma [la palabra Griega es psuche, que significa psyque o mente, el ser más íntimo, donde reside el espíritu humano]: temed más bien a [Dios el Padre], que es capaz de destruir ambos, el alma [psuche] y el cuerpo [soma] en el infierno [El fuego destructor del Gehenna de Dios]” (Mateo 10:28).

Cuando las células de la vida que se convirtieron en usted se unieron en el vientre de su madre, ¿qué pasó con los millones de hermanos y hermanas potenciales que podrían haber sido concebidos? Ellos perecieron. Ellos murieron. Ellos nunca se unieron a un huevo fértil, nunca se convirtieron en una “nueva criatura”.

¿Qué le sucede a cada ser humano que se niega a su “ventana de oportunidad” para la salvación? ¡Ellos perecen! Observe: “Porque he aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, que no les dejará ni raíz ni rama. Mas a vosotros los que teméis mi nombre, nacerá el Sol de justicia [Cristo] levantará con sanidad en sus alas y saldréis y saltaréis como becerros de la manada y se os dará pisotear a los malos, los cuales serán ceniza bajo las plantas de vuestros pies, en el día en que yo actúe , ha dicho el Eterno de los ejércitos” (Malaquías 4:1-3).

Ahora, observe cómo Pedro concluyó sus declaraciones sobre los impíos que perecen por completo: “El Señor no tarda en cumplir su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente hacia nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos vengan al arrepentimiento. Pero el día del Señor vendrá como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con gran estruendo, y los elementos se derretirán con calor abrasador, la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han de ser destruidas de esta manera, ¿qué clase de personas no debéis ser vosotros en andar en santa [conducta] y en piedad, esperando y apresurando la venida del día de Dios, en el cual los cielos serán destruidos por fuego y los elementos se fundirán con intenso calor?” (2 Pedro 3:9-12).

A muchos kilómetros bajo nuestros pies, nuestras placas tectónicas, con sus montañas y valles, “flotan” en una vasto e herviente mar subterráneo, al rojo vivo de “magma” o roca fundida.

Varias veces en el pasado, Dios ha sumergido los continentes bajo las aguas de la tierra. Deltas, atolones de coral y costas antiguas demuestran que la Tierra experimentó no sólo dos inundaciones continentales, sino varias.

Podemos llegar a saber de dos, las mencionadas en Génesis 1 y Génesis 6 y 7. Cuando nos remontamos a las escenas de tiempos lejanos, podemos ver que la tierra está completamente cubierta de agua, de color negro estigio, con el sol borrado por una atmósfera similar a la de Venus. El primer acto de Dios es el de “hágase la luz”, o dejar que la luz brille sobre la tierra por primera vez, en no se sabe cuántos miles o millones, de años.

Entonces, Él dice: “Que aparezca la tierra seca.” Así se elevaron los continentes, con las aguas rugiendo en su superficie, dando lugar a los valles, formando lagos, cavando canales de ríos profundos.

Pero la humanidad se volvió totalmente corrupta en aproximadamente una sexta parte de la historia humana, incurriendo en toda la perversión, violencia, y actos fuera de la ley. El canibalismo era rampante. El asesinato estaba en todas partes.

Entonces Dios destruyó el mundo con un diluvio, salvando solamente a Noé y a su familia.

Observe cómo se utiliza esta antigua inundación como un prototipo de la próxima destrucción del mundo por el fuego: “Entendiendo primero esto, que vendrán en los últimos días, burladores, andando según sus propias concupiscencias, y diciendo: ¿Dónde está la promesa de Su venida? Porque desde que los padres durmieron, todas las cosas permanecen así como desde el principio de la creación”.

Estos burladores argumentan que todos los acontecimientos, tales como: sequías, hambrunas, guerras, terremotos, y similares no son más que “cíclicos”. Ellos se burlan de las profecías de Dios, ridiculizan a sus siervos. Dicen que es sólo un ciclo repetitivo, que todas las cosas permanecen así, tal cual han sido siempre.

Pero Dios dice: “Por esto, ellos IGNORAN VOLUNTARIAMENTE, que por la palabra de Dios los cielos estaban de antes, y la tierra provino del agua y por el agua: por lo cual el mundo de entonces [desde Adán hasta Noé] fue anegado en agua y perecieron: Pero los cielos y la tierra que existen ahora [en los días en que vivimos usted y yo] por la misma palabra, son guardados para el fuego, en el día del juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:5-7). Tenga en cuenta que estos versículos preceden a los que usted ha leído anteriormente, en relación con los elementos fundidos por el calor abrasador, y toda la tierra siendo destruida con fuego.

¿Sumergiría Dios simplemente los continentes bajo el magma fundido dentro de la tierra? No importa cómo lo logre, sino que, al final de la familia humana en la tierra, y al comienzo de la siguiente fase de la creación de Dios, los malvados incorregibles que queden (aquellos que han QUERIDO rechazar la verdad de Dios, que se han rebelado INTENCIONALMENTE en contra de Sus santas leyes, que se han negado a arrepentirse) serán quemados.

Preste atención a la famosa parábola de Lázaro y el hombre rico.

La parábola muestra que murieron ambos: Lázaro el pobre mendigo y el hombre rico, cruel, frío de corazón, que se negó a dar a Lázaro un mísero centavo. Se dice que Lázaro ha sido “llevado por los ángeles” al “seno de Abraham”. Esto simplemente significa una “asociación cercana con Abraham”, un cálido contacto, íntimo amable, con este gran hombre. La parábola no dice “cielo”.

Entonces, en el momento de la tercera y última resurrección, el hombre rico, habiendo muerto muchos años atrás, “en Hades [hades, que significa “la tumba”. Esta no es la palabra Griega Gehenna] alzó sus ojos [se convierte en vivo de nuevo, al ver], estando en tormentos [a causa de lo que ve, no por lo que siente, como hasta ese momento], y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno. Y lloró y dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua; porqué estoy atormentado en esta llama. Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que en tu vida recibiste tus bienes, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:19-31).

En primer lugar, la parábola dice que tanto Lázaro como el hombre rico murieron. Este último hecho, sus muertes, debe entenderse a la luz de todas las Escrituras que ya hemos leído sobre el estado de los muertos (y docenas más que no hemos visto).

Los muertos están completamente ajenos a todo. Inconscientes. Los “muertos no saben nada” y se caracterizan por estar en el sueño más profundo, negro, insensible. El cerebro humano se descompone y vuelve al polvo. El espíritu humano, que no tiene conciencia aparte del cerebro, está totalmente en estado de coma, “dormido”. Es una regla fija del estudio de la Biblia, que una escritura aparentemente ambigua o metafórica, no puede anular las muchas escrituras sobre el mismo tema, llanas, claras y fáciles de entender.

La parábola de Lázaro y el hombre rico no anula todas las claras escrituras de su Biblia sobre el estado de los muertos, de la resurrección al juicio, sobre la realidad última del fuego de Gehenna.

Observe también que Lázaro no “fue al cielo”, sino que, una vez resucitado, fue llevado al “seno de Abraham”, o de un familiar cercano, cálido, en relación íntima con Abraham.

El hombre rico, que murió, sólo podía “alzar los ojos”, o llegar a ser consciente de nuevo, en una resurrección.

¿Qué resurrección?

Obviamente, esta no es la primera resurrección, ya que por cierto el hombre rico no es uno de los “muertos en Cristo”. Obviamente, tampoco es la segunda resurrección, ya que el hombre rico dice que está “atormentado en esta llama.” Él ve la destrucción inminente, la horrible MUERTE POR EL FUEGO, aproximarse! Obviamente, entonces, esta es la tercera y última resurrección, cuando “la muerte y la tumba sean lanzadas al lago de fuego.”

Es crudo terror lo que provoca que la lengua del hombre rico corte el paladar de su boca. Él no le pide a Lázaro que llame al camión de bomberos con las mangueras de gran alcance: él no pide una caravana de cubos o barriles de agua. Solo le pide a Lázaro que moje sus dedos en agua para refrescar la lengua del hombre rico.

¿No es sugestivo que no se atreviera a pedir más?

Durante la vida de privación y sufrimiento de Lázaro, sin duda el hombre rico, alguna vez miró por la ventana mientras degustaba un suntuosa, comida gourmet, y vio a Lázaro, postrado en el suelo con llagas abiertas, sangrantes y a los perros lamiendo sus heridas, y no le habrá dado ni un centavo.

Por lo tanto, el hombre rico simboliza la crueldad del hombre, la crueldad de los que abusan de los huérfanos, las viudas, los enfermos y los ancianos. Él simboliza a aquellos que explotan a otros, a los que son avaros, egoístas, anquilosados. También tipifica a los malvados incorregibles, ¡los que no se dejan conmover por el sufrimiento humano!

Ahora vamos a ver una prueba más de la tercera y última resurrección.

Observe que después que hemos leído el Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11, 12), leemos sobre otro gran acontecimiento: “Y la muerte y el Hades [hades, es decir, la tumba] fueron lanzados al lago de fuego. Esta es el segunda muerte. Y el que no fue hallado escrito en el libro de la vida, fue lanzado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:14, 15).

Apocalipsis 20 se inicia con la primera resurrección, hablando de los “muertos en Cristo” y los santos que se cambian instantáneamente en la Segunda Venida de Cristo. Esta es la resurrección “mejor” (Hebreos 11:35), las “primicias” de la salvación (Santiago 1:18, Apocalipsis 14:4). Estos son nuevos miembros recién nacidos de la Familia del Divino ELOHIM (Romanos 8:15-17; 15:29; 1 Corintios 15:50-52), que “vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Apocalipsis 20: 4)

Esta es la “resurrección de vida” de la que habla Cristo (Juan 5:29), la primera resurrección.

Pero entonces nos contaron a cerca del “resto de los muertos”, que “no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años” (Apocalipsis 20:5). Este es el período del Juicio del Gran Trono Blanco de cien años, de los cuales hemos leído, en la que todos los miles de millones de seres humanos en todas las naciones del mundo se van a alzar en una gran, resurrección general, que podrá darles una oportunidad gloriosa para la salvación.

Esto deja a una categoría de seres humanos que no han sido tratados. Los incorregibles. Los deliberadamente rebeldes. Los que deliberadamente, conscientemente, han rechazado la verdad de Dios, Su maravillosa forma de vida, su gracia, misericordia y salvación. Estos están caracterizados por el hombre rico de la parábola de Lucas 16. Judas dice de ellos: “Porque algunos hombres han entrado encubiertamente, los que desde antes habían sido destinados para esta condena, hombres impíos, que convierten la gracia de nuestro Dios en disolución, negando al único Señor Dios y a nuestro Señor Jesucristo … estos sucios soñadores mancillan la carne, rechazan la autoridad y blasfeman de las potestades superiores”(Judas 4-8).

¿Saben lo que están haciendo aquellos que se “deslizan encubiertamente” por el rebaño? ¿Saben que son “aviesos”?

Seguramente lo saben.

Tenga en cuenta que estos maestros malvados y falsos, tuercen la gracia de Dios, que es Su misericordioso e inmerecido perdón. Su perdón de nuestros pecados pasados, con “licencia”. En otras palabras, ellos engañan al pueblo de Dios en el pensamiento de que tienen “permiso” para romper las leyes de Dios. Entonces, el pueblo supone que si sus líderes lo dicen, y si algunos otros miembros de la iglesia le dan el visto bueno con la cabeza “debe estar bien.”

Son los que siempre creen que deben “dejar que Dios haga el trabajo ” Esta es la excusa utilizada por los guardias de las SS alemanas que asesinaron a un sinnúmero de judíos en los campos de exterminio de toda Europa. Sólo estaban ” siguiendo órdenes”. No era su responsabilidad. Era la responsabilidad de sus líderes. Seguramente, si algo salía mal, entonces les correspondía a sus líderes el enderezar las cosas.

Actualmente, millones de personas creen que, los perfectos, santos, y justos Diez Mandamientos de Dios se acabaron. Abogan abiertamente por romper el sábado de Dios. Están enseñando el libertinaje, que no es otra cosa que ¡”el permiso para pecar “! La Biblia es muy clara acerca de su recompensa final. Están acusados de estar entre aquellos que tienen conocimiento de causa y voluntariamente, rechazaron las leyes de Dios, ¡cuando eran los que mejor las conocían!

Ellos son resucitados inmediatamente después del Juicio del Gran Trono Blanco. Como hemos visto, su resurrección se caracteriza por la más horrible de las palabras, “la muerte y la tumba.” ¿Cuando una tumba no es una tumba? No es una tumba cuando no hay cuerpo presente. La palabra griega hades significa “tumba”. Pero una tumba no es más que un agujero en el suelo, a menos que adentro se halle un cuerpo humano.

Ahora, recuerde lo que ha leído sobre el Gran Trono Blanco del Juicio de 100 años de duración. No habrá un niño que no haya recorrido todos los días hasta 100 años. Un pecador que tenga 100 años de edad, será “maldito”. Después del Milenio, en la gran resurrección general, no habrá más reproducción humana. Dios va a detener el ciclo reproductivo humano. Durante ese tiempo futuro no existirán más “niños de días”.

Dios resucitará a todos los seres humanos que nunca han oído, o conscientemente rechazado, el evangelio, desde los infantes hasta los muy ancianos. Pero no habrá más nuevos nacimientos.

Sin embargo, durante este período, Satanás, que ha sido arrojado lejos de la tierra a un simbólico “abismo” (Apocalipsis 20:1-3), estará libre para influir a la humanidad nuevamente.

Los Justos Castigos de Cristo para el Delito y el Pecado Durante Su Reino

Cuando Jesucristo establezca Su reino glorioso en esta tierra, se le unirán uno o dos millones, constituidos por los “muertos en Cristo” y los vivos que son “transformados, en un instante, en un abrir y cerrar de ojos” a la trompeta final (1 Corintios 15:50-52).

La Palabra de Dios nos dice que debemos ser “coherederos con Cristo”, que hemos de ser “semejantes a Él, porque le veremos tal como es Él” (Romanos 8:17, 1 Juan 3:2). La “nueva criatura en Cristo” de la que hemos leído, son los nacidos de Dios, provistos de un cuerpo espíritu, para convertirse en ¡miembros de la mismísima familia de Dios!

Millones de cristianos profesantes, engañados, se niegan tozudamente a creer los principios de Palabra de Dios, tan simples y fáciles de entender, sobre el futuro estado de los muertos en Cristo, el estado de ser de aquellos que son transformados de carne a espíritu en la resurrección.

Los Judíos acusaron a Jesucristo de “blasfemo” porqué “Se hizo igual a Dios.” Para ellos, tal afirmación era absurda.

Sin embargo, la Biblia insiste en que los santos resucitados serán coherederos con Cristo, que vendrán a ser como Él, ¡porque le veremos tal como es Él!

Suponga que usted es nombrado co-heredero de un tío millonario perdido hace mucho tiempo que ni sabía que existía. Suponga que su patrimonio es de 100 millones de dólares. Como co-heredero con otro familiar, ¿cuánto recibe? Exactamente la misma cantidad que el otro pariente, o sea ¡50 millones de dólares!

Un co-heredero comparte los bienes por igual. Para ser “semejantes a Él” significa exactamente lo que dice. El hermoso “capítulo de la resurrección” de 1 Corintios 15 muestra que los seres humanos convertidos serán cambiados de carne a espíritu, de corruptibles a incorruptibles, de humanos a divinos. Millones suponen que la salvación implica convertirse en un ser menor, quizás un poco por encima del reino angelical.

Las fantasías puramente ficticias de muchas iglesias cristianas profesantes retratan vagas imágenes de cómo serán en los “últimos días” o en el “juicio”, o cuando supuestamente, las personas “lleguen al cielo”. Suponen, vagamente, que la recompensa para los salvados será la pura alegría de “la mirada perdida en el rostro del Maestro”, o vivir en “mansiones celestiales”, o tocar el arpa y flotar por todo el cielo en alas angelicales.

Pero su Biblia muestra claramente que ¡Dios Todopoderoso está reproduciendo seres de Su propia clase! La creación no se completó en el Edén, allí sólo se inició. La obra maestra final de Creaction de Dios, es la re-creación de seres de Su propia clase, a través del engendramiento con Su Espíritu, el crecimiento para llegar a ser como Él, y el nacimiento definitivo a la familia espiritual de Dios ¡en la resurrección!

PUEDE “Llevarlo Con Usted” Cuando Muera

Por último, consideremos: ¿que será de los familiares queridos que han muerto, pero que nunca tuvieron el privilegio de ser llamados a la verdad de Dios? ¿Qué será de aquellos que, aunque fueron “gente buena y decente”, nunca fueron verdaderamente convertidos.

Como usted ha aprendido anteriormente, los seres humanos vivimos en un “tabernáculo” terrenal, nuestros cuerpos físicos. Pero residimos en nuestras mentes. Nuestros recuerdos no se almacenan en nuestras rodillas ni en nuestros codos, sino en nuestras mentes.

Los miles de millones de seres humanos que serán resucitados en la segunda resurrección, aquellos que son los “otros muertos” que no vienen hasta después del Milenio, son los que nunca han tenido una verdadera oportunidad de salvarse.

¿Qué constituye una oportunidad?

De muchas, muchísimas escrituras, resulta obvio que sólo serán destruidos en el Gehenna de fuego los que toman una decisión determinada, consciente, de rechazar el camino de vida de Dios, Su maravilloso amor, Su perdón misericordioso, los que se rebelan contra sus leyes y que voluntariamente desprecian Su salvación.

Jesús mostró que los fariseos y la mayoría de la población de Su tiempo no podían entender, porque ¡Dios no había abierto sus mentes y sus corazones!

¡Léalo! “Y los discípulos se acercaron y le dijeron: ¿Por qué les hablas con parábolas? Respondiendo él, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos, pero a ellos no les es dado… por eso les hablo con parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden y se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De oído oiréis, y no entenderéis. y viendo veréis y no percibiréis. Porque el corazón de este pueblo se ha engrosado y con los oídos oyen pesadamente, y sus ojos han cerrado; no sea que vean con sus ojos, y oigan con los oídos, y entiendan con el corazón, y se conviertan, y yo los sane. Pero bienaventurados vuestros ojos, porque ven y vuestros oídos, porque oyen” (Mateo 13:10-16).

Deliberadamente, Dios llamó a unos pocos, y de vez en cuando, pero ¡Él no ha llamado a las masas! Las iglesias no entienden esto. Millones suponen que existe una suerte de “guerra de tira y afloja” entre Cristo y Satanás, Cristo tratando desesperadamente de “salvar el mundo”, mientras que Satanás lucha desesperadamente para mantenerlo “perdido”. Esto es una mentira del diablo, y retrata al diablo como igual de fuerte, o más fuerte, que Cristo.

La Biblia revela que la gran mayoría de las personas están cegadas o son engañadas. Sin embargo, una persona engañada no sabe que está engañada. Una persona engañada puede ser completamente sincera. ¡Puede ser honesta, leal, fiel, creer, amar, cuidar y compartir! Una persona engañada puede ser ¡la mejor persona que haya conocido!

Como solía decir mi padre, “¡Lo que usted no sabe, usted no sabe que no lo sabe!”

Ahora bien, tenga en cuenta las ramificaciones de estos principios, en el siguiente versículo: “Porque de cierto os digo, que muchos profetas y justos desearon ver lo que vosotros veis, y no lo vieron, y oír lo que oís, y no lo oyeron” (Mateo 13:17).

Los profetas y hombres justos no se queman en el Gehenna de fuego, simplemente porque Dios, en su infinita sabiduría, decidió no revelarles Su plan de salvación! Tales hombres van a comparecer en el momento del gran “Juicio del Trono Blanco”, que será general.

Ahora, ¡piense!

Cuando Dios resucite a los muertos, será como si hubieran estado muertos ¡por tan solo un segundo de tiempo! Por lo que a ellos respecta, estuvieron vivos en un momento: algo sucedió, tal vez un desastre, o una caída, o un accidente,¡ o una bala! ¡No sintieron casi nada! Luego, en una fracción de segundo ¡están vivos otra vez!

Su memoria está intacta. Su carácter está intacto. ¡El tipo de persona que era ¡es exactamente el tipo de persona que aún es!

Así que ya ve, sus seres queridos y los míos, que realmente nunca rechazaron conscientemente a Dios y Su salvación, tendrán una magnífica oportunidad para arrepentirse y ser salvos, en ¡el Juicio del Gran Trono Blanco!

¿No cree que una persona de buen carácter tendrá una ventaja inicial para correr hacia la recepción de la verdad de Dios por encima de los que tenían mal carácter? ¡Por supuesto!

Eso es lo que quiero decir cuando digo: “Usted puede llevárselo cuando muera”, es decir, ¡su carácter!

En resumen, hemos visto que hay TRES resurrecciones reveladas en la Biblia. La primera es la muerte en Cristo. La segunda es la del “resto de los muertos” que “no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años”, los muertos en su gran mayoría, que llegan por un período de cien años de juicio.

Pero esto deja a una categoría de seres humanos aún no resucitados: ¡los malvados incorregibles! Ellos están caracterizados por el hombre rico de Lucas 16, y llamados por la frase espantosa “la muerte y la tumba”. Ellos llegan al final de esta fase del plan de Dios (2 Pedro 3:12) cuando la tierra misma es destruida por el fuego.

Entonces, Dios dice: “Sin embargo, nosotros esperamos, según Sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia” (2 Pedro 3:13).

¿Qué hay de esos “nuevos cielos y la nueva tierra”?

Dios dice: “Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos, y allí no habrá más muerte, ni llanto, ni clamor, ni habrá más dolor: porqué las primeras cosas pasaron. Y el que estaba sentado sobre el trono dijo: HE AQUÍ QUE HAGO NUEVAS TODAS LAS COSAS” (Apocalipsis 21:4, 5).

Lo crea o no lo crea, este es el verdadero COMIENZO del gran plan de Dios.

Ahora, cada ser en la tierra es divino. Ahora, finalmente ¡todos son miembros de la grande y ampliada familia de Dios!

¿Y entonces que?

Nuestro universo conocido contiene innumerables galaxias. Las galaxias pueden contener cientos de miles de millones de estrellas! Cada estrella, de la que nuestro sol no es sino una enana naranja, como un ejemplo, podría contener en su campo gravitatorio cualquier número de planetas.

¿Por qué cree que Dios ha creado todas esas galaxias, todos esos soles, todos esos miles de millones de planetas?

Hoy, están sin vida, vacíos, vanos, desperdiciados y caóticos.

Así era nuestro planeta tierra, hasta que Aquel llamado Elohim dijo: “¡Sea la luz!”

¿Cree usted que jamás Dios podría hacerlo de nuevo?

¿Qué pasa con aquellos que se convierten en “co-herederos con Cristo”? ¿Alguna vez, podrían ser llamados a ir a un planeta lejano? Su Dios y el mío es Creador. Él tiene un gran propósito sin fondo en todo lo que hace.

Tal vez, lejos de la época de “fin”, el tiempo de los nuevos cielos y la nueva tierra no son sino “el principio”.


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